A mi Musa, que escribe en mi alma y me regala el tintero de su corazón...
Si querés unirte a este blog y compartir lo que escribís, te estábamos esperando, comunicate al siguiente correo: ma.eugeniarojas15@gmail.com

jueves, 27 de octubre de 2011

Mujer

Para todas las mujeres de mi vida, para todas las que han regado de dones mi alma, para todas las que he tenido el inmenso e impagable placer de conocer, para todas las que siempre laten dentro de mi corazón, para todas las mujeres que he amado, y por ende, nunca dejaré de amar.
Para S. (x4), Para C., Para N., Para M. (x3), Para V. (x2), Para G., Para L. (x2), Para P. (x2), Para F., Y ¿por qué no? también para mí…

Mujer… siempre delicada, siempre grácil, siempre liviana, siempre etérea… aún cuando te pierdan los dulces, nunca dejarás de ser el mejor postre, eternamente suave, pequeña, portadora de alas que hacen elevar tus pasos…
Mujer que eres un sueño hecho realidad, nacida más que de la costilla de Adán, de la fusión de nuestra especie con algún ángel, o con alguna flor. Mujer que no eres del todo humana, o que lo eres en demasía…
Mujer que vas sembrando amor, que vas poblando de vidas los caminos… Mujer que traes la magia en tu cuerpo, que eres prodigio y bendición, prueba viviente de que existen los milagros, materializados día a día entre tus caderas, en la vida que guardas en tu vientre y regalas con tanto amor, amor que haces brotar, que esparces como semilla, desde esas entrañas que dan luz, literalmente…
Mujer bella, siempre bella, insuperablemente bella… Mujer, tu nombre es sinónimo de belleza, de maravilla, de paraíso terrenal… Nunca puede ser de otro modo, tan sublime, tan blanda, tan apacible, tan afectuosa, tan desbordante de energía, tan apasionada y tan templada, tan cargada de virtudes; de naturaleza generosa, de sentimientos tan nobles, de motores tan puros. Mujer de caramelo, dulzura que late, no escondas tu rostro ni tu alma, no prives a este mezquino mundo de tu luz…
Mujer que enamoras a cada paso, que haces florecer la primavera entre tus pies, que haces brotar verdes retoños de la tierra reseca cuando la acaricias con tus pasos, cuando la riegas con sólo andar sobre ella… Mujer que llenas de pájaros mi alma cuando te asomas, que enciendes mis fibras cuando tu mirar -cual mariposa, cual suave brisa, cual rocío de húmedos besos- en mis ojos ávidos y ansiosos, se posa…
Mujer magnánima, mujer arrolladora, mujer dadivosa, mujer de cielo, mujer de luna, mujer de Sol… Mujer que eres fruta jugosa, camino fértil, puerto seguro, horizonte y meta, regalo de la naturaleza, instante y eternidad de éxtasis, bendición de Dios, milagro hecho carne, magia envuelta en suave piel de capullo. Mujer que sacas lo mejor de mí, sacerdotisa del amor, que haces temblar mi alma cuando lloras, y bailarle a la vida cuando ríes… Mujer que haces brotar ríos de ternura entre mis manos, mujer que llenas de amor y de pasión a cada una de mis células…
Mujer de leche, mujer de miel, mujer de fuego, mujer de piedra, mujer que enciende, mujer que duda… Quiero descansar en tu abrazo, quiero dormir sobre tu pecho, que me envuelvan tus caricias de pétalos, que me acune tu regazo, que me mojen tus entrañas, que me sumerja tu esencia, que me arrulle tu latido… tan cerca de vos como de aquella primera mujer que me cobijó ilusionada, y que se abrió para darme paso hacia la luz, luego de colmarme de dones, entre ellos la vida…
Mujer en la penumbra… mujer que espera… Palpitando… mujer que late… mujer que siente… Crepitando… mujer que abraza y abrasa… mujer que sueña… Compartiéndose… mujer que regala, mujer que entrega, mujer que brinda… no sólo su cuerpo trémulo, también su alma asustada…
Mujer de barro fértil, mujer de cielo estrellado en la mirada, mujer de esperanza, mujer de gratitud, mujer de amor, mujer de dolor… No tengas miedo volátil mariposa… no voy a hacerte daño… te tomaré en mi mano, y te haré polvo y agua, sí, pero no para dañarte, sino para cubrirme de ti, para beber de ti… Besaré tus pies, tus manos, tu sombra… Robaré tu corazón si me dejas, saquearé las bellezas de tu alma si lo permites; pero no te asustes princesa, no será para despojarte, sino para compartir esos dones, fundirlos con los míos y multiplicarlos de a dos… Porque con el polvo de tus alas, dos almas emprenderán vuelo, enlazadas, nunca más solas, para que juntas sean más, para ir sembrando desde de lo alto, tus dones y los míos, tus ofrendas y las mías… para que seas más, puedas más, sientas más, regales más, vivas más, ames más…
Mujer que vienes derramando glorias, no te escabullas paloma, no te vueles, no te alejes, no te escondas… Pasaré la vida buscándote, y sólo conseguirás que perdamos tiempo, que haya menos por sonreír. No me prives de tu voz de terciopelo, que cuando nuestras risas se escuchen juntas, será eternamente primavera, brotarán jazmines de tu pecho, anidarán mariposas en tu estómago, el calor se quedará a vivir en tu piel, y el amor caerá como lluvia, bañando nuestros cuerpos, que de tan juntos se harán uno y ya nadie podrá distinguir dónde empieza el mío, o dónde termina el tuyo…
Mujer para mimar, mujer para acariciar, mujer de papel, de algodón, de seda… Tan frágil y tan fuerte, mujer de hierro y de cristal… tan pequeña y tan gigante, tan mía y tan de nadie… mujer sin dueño, mujer libre, mujer que sola vuelve a mí… mujer tan irresistible…tan exquisita,  y tan… tan… tan mujer…
¿Cómo no voy a amarte mujer, si eres la obra más perfecta, más excelsa, más grandiosa, más magnífica de toda la creación? La seducción personificada, la belleza sagrada, el milagro de Dios, la magia del Universo, la pasión hecha piel, la filosofía del amor encarnada y viva  de miles de generaciones, la maravilla que se echó a andar… Explosión para mis sentimientos, catarsis de emoción, agua cuando traigo sed, ambrosía dulce cuando muero de hambre, sabiduría sensible cuando me viste la duda, reposo y solaz cuando me envuelve la locura, paz infinita cuando la angustia me aplasta, ternura en copiosa vertiente cuando estoy en carne viva, abrazo mullido que abriga cuando vengo aterida, pasión que es furia de colores para mis sentidos…
¿Y cómo no te voy a amar mujer? Insensible sería si no sucumbiera… No puedo más que amarte, enamorarme, rendirme a tus pequeños pies… Y cuando me enamoro de vos, me enamoro de mí, de todo lo que me generás en el cuerpo y en el corazón…  
¿Cómo no voy a amarte mujer? ¿Cómo no entenderte? ¿Cómo no ponderarte? ¿Cómo no enaltecerte? ¿Cómo no valorarte? ¿Cómo no sentirte? ¿Cómo no sensibilizarme? ¿Cómo no desearte? ¿Cómo escapar de tu abrazo? ¿Cómo resistirse?
¿Y cómo no amarte mujer? Si soy parte de ti, si eres parte de mí… si soy tu alma gemela, si eres mi otra mitad, si soy como tú… si soy mujer… sí, aprobación o condena, yo también lo soy…

María Eugenia Rojas

lunes, 24 de octubre de 2011

¿Ya no me duele?

Y hoy ya no duele,
En este instante te abro la puerta, te invito a salir y ya no te lloro.
Hoy deambulás en mis espacios y siento que tenés lo que querés,
Exactamente lo que querés tener, y aunque no brindo por eso,
Ya no me duele, me libero, y vuelo también.
Pero igual, un poco te extraño…

Y hoy no te busco,
Ahora mis palabras no te llaman, ni van a tu encuentro.
Hoy te siento lejos, y me pierdo también,
Me comprimo, me achico, me encapsulo.
Y me parece que ya no me duele,
Sin embargo, todavía te extraño…

Y hoy no te necesito,
Aquí mis sentidos se adormecen, se anestesian.
Hoy no te percibo, no te huelo, no te veo,
Y me vuelvo tan efímera, tan volátil como vos, me esfumo.
Y ya no me duele del mismo modo,
Aún así, te extraño bastante…

Y hoy mis besos se dispersan,
Ya no tienen alas que vuelan hacia vos.
Hoy andan sueltos, sin rumbo, sin nombre,
Y van a parar al baúl de los besos sin dueño, de los besos sin usar.
Y me duele apenas, como en un hilo.
No obstante, el “te extraño” me sabe a poco…

Y hoy no te sueño,
Por un momento mi locura se aquieta.
Hoy, de pronto, me vacío, me reseco, me hundo,
Y me hago pequeña, me ahueco, me desperdicio.
Y duele un poco menos,
A pesar de todo, es mucho lo que te extraño…

Y hoy quiero creer que puedo,
Por un segundo, quiero creer que te olvidé.
Hoy te erradico de mi alma, te extirpo como tumor,
Y me desgarro los tejidos, con la ilusión de quitarte.
Y creo que ya no me duele,
De todas formas, te extraño más que nunca...

Y hoy repito mil veces que no estás más en mí,
Aquí y ahora, si no puedo despegarte, me arranco el alma y la desmigajo,
Hoy ensayo embalajes y costuras para constreñir,
Y aprieto, aplasto y hasta pisoteo mi corazón.
Y duele, sí, duele como muerte lenta,
Y te extraño en forma cada vez más multiplicada, ahora con cada uno de los pedazos rotos de mi alma desmenuzada...

María Eugenia Rojas


sábado, 22 de octubre de 2011

Eternidad

La eternidad está aquí,
En tu sonrisa que es la mía,
En la magia que hace vibrar al amor
En el aire que nos envuelve, nos acuna y nos da vida.

La eternidad vive aquí,
En el bombeo de tu corazón
Que hará seguir latiendo al mío
Aún cuando ya se haya apagado mi canción.

La eternidad nace aquí,
En tus manos que llenan todo vacío,
En esos ojos que me reflejan,
En esa mirada que es espejo de la mía.

La eternidad existe aquí,
En ese sueño compartido,
En esa ilusión que nos trasciende,
En el Dios de Amor que palpita en tu alma y en la mía.

La eternidad se sueña aquí,
Cada vez que me derramo en vos,
Con cada acción donde nos moldeamos el sentir,
Con cada emoción que podemos compartir.

La eternidad se siente aquí,
En la manera en que soy a través de vos,
En lo que sembramos cuando nos sumamos,
En el recuerdo que me nombra y se enciende con tu voz.

La eternidad se hace realidad aquí,
Es tuya, es mía, es nuestra.
La eternidad se escribe en plural,
No existe si no estás, se esfuma si me voy.

La eternidad es etérea, es volátil, es virtual,
Pero también es terrenal.
Si no la encuentras labio a labio,
No la hallarás en ningún otro lugar.

María Eugenia Rojas

jueves, 20 de octubre de 2011

Donde tu adiós me deja...

(Asociación libre, festín para psicológos…)

Tierra agrietada. Sed. Esterilidad. Oquedad y desborde. Brasas en ignición. Camino reseco. Hambre. Sol de fuego. Polvo, arena, vidrio. Dolor. Salitre. Astillas. Rojo ladrillo, amarillo denso. Calor. Hojas secas. Crujir bajo los pies. Crujir a tus pies. Piel tirante. Quiebre. Agujas. Desierto salado. Aridez. Ceguera por exceso de luz. Viento astringente. Sangre espesa. Estertor ronco. Mariposas chamuscadas. Caricias abrasivas. Llamarada candente. Humo. Hoguera. Zumbido agudo. Aliento que quema. Naufragio en mar de arena. Alas derretidas. Grito en la cara. Flores pisoteadas. Llanto sin lágrimas. Lágrimas que se evaporan antes de caer. Lágrimas de cristal. Lágrimas de silicio. Púas. Punzón penetrando en la piel. Filo en la carne. Lengua cortada. Futuro arrebatado. Ilusión trunca. Río seco. Casa deshabitada. Detergente en la boca. Opresión. Soga. Pantano. Asfixia. Brea. Punzada. Piedras. Piel desflecada. Sombra. Raíces arrancadas. Carraspera. Puño cerrado. Tormenta de arena. Tierra en los ojos. Cadenas. Venas abiertas. Espina. Guillotina en el corazón. Dientes apretados. Nudo. Labios rasgados. Limón y sal en la herida. Hierro incandescente. Calambre. Alma errante. Mar de plástico. Distancia infinita. Embalaje. Sueños rotos. Soledad. Anhedonia. Cueva. Caja negra. Pozo. Oscuridad. Ostracismo. Condena. Duelo. Parálisis. Silencio. Anestesia. Muerte.
María Eugenia Rojas


miércoles, 19 de octubre de 2011

¿Bailamos?

Vengo esparciendo melodías,
Déjame tomar tu mano,
Baila conmigo...
Te haré lugar en mi alma,
Trocaremos penas por risas,
Vestirás de primavera,
Beberás agua de besos,
Caminarás sobre nubes,
Viajarás con las alas de mi corazón.
¿Bailamos?
Seré tu canción de cuna,
Tu balada romántica
Tu noche con luna,
Tu sendero de flores,
Tu arrullo de pájaros,
Tu nido de amor.

Traigo el aire cargado de canciones,
Déjame dibujarte una sonrisa,
Baila conmigo...
Te encontrará riendo la mañana,
La noche tejerá en tu piel,
Te peinará con caricias la brisa,
El mar besará tus pies.
Fluye, libera, suelta, vuelca, desnuda, haz viento, salta para mí…
Muy tuyo se derramará el cielo, al igual que mi corazón.
¿Bailamos?
Seré tu refugio sin miedo,
Tu milagro y tu motivo,
Tu luz y tu sombra,
Tu derroche de mimos,
Tu medio respiro,
Tu tiempo de amor.

Vengo latiendo al ritmo de tu voz,
Déjame enlazar tu cintura,
Baila conmigo...
Te envolverá mi abrazo,
Te cubriré con estrellas,
Traeré pétalos en los dedos
cuando mis manos se fundan en tu piel,
Entibiaré el aire que te envuelve,
Y ya no sabrás de frío ni de soledad.
¿Bailamos?
Seré brillo en tus ojos,
Tu principio y tu fin,
Tu paz y tu guerra,
Tu manojo de sueños,
Tu inescapable destino,
Tu regalo de Dios.

María Eugenia Rojas

jueves, 13 de octubre de 2011

Carta de amor

A mi papá

Mucho tiempo en la sombra, en una distancia sin rostro, o con sólo un vago recuerdo desdibujado que se entremezclaba con una dulce ilusión que sabía más a sueño que a vigilia; ilusión de que así sea, como en ese recuerdo único y efímero, pero lleno de calidez, que difícil era distinguir y hacer emerger de entre la fantasía o de entre la realidad de mis escasos cuatro abriles.
Peor tiempo aún el de negarme a mí misma, el de no saber quién sos, y por lo tanto, no saberlo tampoco de mí… Muchos intentos de reconocerme en otras miradas; intentos vanos, vacíos, resecos, estériles. Espejos mudos o que reflejaban a alguien que no era yo, o que lo era a medias. Y, a veces, la nada misma, la nada y yo… yo que igual, aún sin saber cómo, debía ser… y ensayaba… y era… o al menos lo intentaba… Sin identificación, sin reconocimiento, cual ciego avanzando a tientas, probando, errando, volviendo a empezar… Tímida, insegura, con el alma atada suspirando por volar. Sin embargo era, algo era, no me parecía tanto a lo que había imaginado para mí misma, pero era…
Y te encontré… menudo esfuerzo, cómo me ha costado todo en esta vida… Pero dicen que lo que cuesta, pues vale más, o al menos parece ser que más valor le damos. Y es que el precio de cada cosa no es otro que el que nosotros le ponemos.
Y todo eso que debía callar, era exactamente lo que tus ojos gritan… Todo eso de lo que me quisieron convencer que no debía sentir, era también lo que tu corazón derrama… Y todo eso que no sabía de dónde me venía, pues ahora sé de dónde ha salido… Y se me entremezclan las ideas previas que tenía sobre lo que es la herencia biológica y en dónde empieza la otra, la cultural, la aprendida, esa que no viene encapsulada en los núcleos de las células, sino que se absorbe cada día con la leche templada y en cada canción, esas que la vida nos negó… todas esas ideas, un vagón de preconceptos entreverados con nuevas sensaciones que me sobrepasan y que, a la vez, son más mías que cualquier otra cosa que poseo, esas que no aprendí de vos, pero que de algún modo me inyectaste…
Emociones compartidas, es exactamente lo que siento cuando entibiás el aire con tu presencia. Y parece simple, pero ¡qué cosa difícil es sentir de a dos…! misión casi imposible diría. Yo siento, tú sientes, pero el “nosotros sentimos” en su sentido más profundo, siempre se me ha quedado rengo… Y ahí es cuando la soledad arrasa, esa soledad compartida en la que viven la mayoría de las personas, y que es más soledad y más gélida que la soledad a solas... Y más para mí, que siento por demás, y pienso aún más todavía, combinaciones poco usuales, y mil veces incomprendidas…
Y llegaste, y sin decirlo, tal vez sin quererlo, me mostraste que es posible ser y dejar fluir lo que llevamos dentro, vos y yo, y todos los que como nosotros tienen tanto para dar. Y me enseñaste que no sólo es posible, más aún, me mostraste que no hay placer mayor que brindarse, que soltar el cariño, que regalarse de la forma más sublime, en un gesto, en una palabra, en una mirada, en una caricia, en un mimo… que para el que sepa sentir, no es otra cosa que entregar el alma, que es lo máximo que se puede dar.
Y el amor envuelve el aire que te acaricia, y a tu lado, a veces quisiera ser más, más de lo que soy, siento que todavía no encuentro la forma de poder devolverte todo eso que irradiás, que volcás sobre mí, que te brota mágico, tal vez sin proponértelo. Y aunque no lo creas yo lo siento, soy un ovillo de sensibilidad, un puñado latente de los dones que te recibo y que quiero devolver, aunque sea un poquito…
Y, paradógicamente, a veces te siento lejos, sé que no se trata de kilómetros ni de tiempos. Se trata, tal vez, de que todavía no sabés que no sólo necesito lo que das, también necesito lo que te guardás. No busco adivinarte, tomo lo que brindás, y como es tanto, pues creo conformarme, pero a veces siento que no… Siento que nos faltan más momentos juntos, que no logro saber realmente cómo estás con un simple llamado telefónico, que no es frío, pero que se me hace paupérrimo, que sabe a nada al lado de lo que necesito de vos, y que te guste o no, también necesitás de mí.
No quiero un súperman que todo lo puede, no busco perfecciones porque ya sé muy bien que son utopía; te quiero a vos, completo, con todo lo que venga en el combo, con toda tu humanidad, y al desnudo si es posible. Ni tu lado más débil podría opacar jamás lo que fluye entre nosotros cuando compartimos aunque sea un volátil instante.
Perdoname si a veces me mezquino, o si otras tantas no estoy a la altura de las circunstancias, yo también estoy aprendiendo a ocupar este nuevo rol que me era totalmente ajeno y desconocido. Sé que también es mi culpa que no podamos brindarnos más. Quizás no sientas lo mismo, tal vez creas que así está bien. Y lo está, por cierto que sí… pero ya hemos perdido mucho tiempo… no quiero que desperdiciemos aún más, mucho menos ahora, que aunque no sepamos nada, sabemos lo suficiente con sólo sentirnos, aún sin palabras. Y eso no pasa todos los días…
     Tu capacidad de dar amor realmente sorprende, primero desestructura, luego, cuando uno se permite recibirte, pues la sorpresa es aún mayor, la sorpresa de sentir que tu cariño envuelve, abraza, embriaga… ¿Y qué más puede pedirse? Pues no pido más que sentirlo más a menudo… Que sepas que aquí hay un corazoncito que late dentro tuyo y que te hace lugarcito para que te pongas más cómodo también dentro de él, que te espera, que te extraña, que te necesita, que te ama. Porque vos también estás aquí, vibrando entre mis fibras, dándome vida, aún más vida de la que pusiste para que yo amaneciera en este mundo. Y no sólo amanecí el día que deje la protección y la humedad de las aquellas cálidas entrañas y enseguida recibí el primer golpe para empezar a respirar sola; amanezco en un jardín de flores, bañada de sol, cada vez que tu lucecita se filtra en mi pequeño mundo. Ese mundo que también gira por vos, para vos, para hacerte escapar una sonrisa, ¿y por qué no también una lágrima? Porque la vida es así, porque todos hacemos nuestras propias elecciones, y ni todo el amor del mundo nos frena cuando queremos crecer, volar, ser… y es lo más sano… y así debe ser, pero sé que esto no es fácil de comprender.
Quisiera ser tu orgullo, pero debo ser a pesar de ello… lo mejor que pueda, pero ser. Aún cuando a veces te haga doler, pero soy yo, siempre yo, la nueva yo que sabe quién es, la nueva yo que ya no se limita, que quiere regalar todo el amor que has derramado en mí, que ya no quiere ocultar el follaje de esa semillita que sembraste aquí, que ahora ya es árbol y no cabe dentro mío…
Te dedico mis mejores logros, son para vos todos mis éxitos, porque sé que los sabés apreciar, que sabés recibirlos, que serás feliz con cada una de mis sonrisas…
Y me equivocaré mucho, sí, mil y una veces, tal vez más… pero no te aflijas por eso. No puedo prometer no errar, pero sí puedo prometerte que aprenderé de cada una de esas experiencias.
Y no me alcanzarán los días para regarte de amor, ni tampoco para agradecer tanto cariño, tanta comprensión, sobre todo esa que vos sabés, que yo sé, que nosotros sabemos que te ha llevado buen esfuerzo. Y no sabés cuánto lo valoro, cuánto más te admiro por ello, y cuánto sé que has estado impecable. No tengo palabras para decir cuánto sé que me comprendés, que me aceptás tal cual soy, que bailarás con mi música, que cantarás con mi canción, aunque no sean las tuyas… Y eso simplemente no tiene precio.
No tengo nada para reprochar, ni siquiera el pasado, lo comprendo aún cuando no, y ya no me importa. La vida me ha privado de vos, podría pasarme el resto del tiempo que nos queda lamentándome por eso, buscando culpables y dándome con el látigo, o escupiendo para todos lados… pero no, ni de casualidad lo voy a perder en eso. Lo único que vale para mí es lo que ha pasado desde ese bendito 3 de noviembre que nuestros caminos se cruzaron y nuestras risas comenzaron a escucharse juntas. A partir de allí, no hay nada que lamentar, sino todo para disfrutar, que aunque sea poco, podemos hacer que el tiempo sea de calidad y se pueble de más risas, esas que nos debemos y todas esas otras que deban venir. Que la alegría de hoy no se opaque en lo más mínimo con un pasado inútil que ya no podemos cambiar.
Y no me has defraudado, ni siquiera cuando me he sentido lastimada, sé que no es tu culpa, es mi sensibilidad… Por suerte ya he aprendido a convivir conmigo misma, con esa fragilidad y con esa fortaleza que pivotean en mi alma y que, aunque cuesta, logro dominar. A veces quisiera enojarme más a menudo, pero no… ya ni lo intento, por suerte no me sale ¿o por desgracia? ¿quién sabe? ¿y a quién le importa si ya me he aceptado tal cual soy? Y es sí, nunca me ofendo, ni siquiera cuando duele.
Y estoy para vos, y te necesito; y quiero que me necesites, que me necesites más, y que me lo digas. Quiero que no te guardes nada, porque el silencio me lastima más que el insulto más visceral, porque aquí estoy, no sólo para que vos me sostengas, también para sostenerte yo a vos, y seré muy feliz si me dejás hacerlo, si no sólo tomás mi mano, si también me dejás llevar la tuya…
Soy tu otra parte, soy tu medio latido… hoy te mimo con palabras, palabras de amor nunca tan literalmente verdaderas ni tan pertinentemente expresadas. Llevo tu sangre, tus células, tu apellido y rebalso de los dones que has depositado en mí. Perfeccionaré tus flaquezas, honraré la vida con tus virtudes. Nada ha sido en vano, ni siquiera todo el dolor que has pasado, ni siquiera todo lo que hemos perdido, ni siquiera todas las lágrimas que se han llorado…

Tu hija
(Hoy no tengo otro nombre más que éste)


miércoles, 12 de octubre de 2011

El amor en los tiempos de la Química

    He de confesar que nunca me gustó la forma de referirse al amor, al hecho de estar enamorado, o simplemente atraído por alguien, que suelen emplear algunas personas cuando dicen: “Tenemos química”, “Tengo química”, “Hay química”… Y otras tantas formas de meter a la ciencia que estudia la materia, en el plano romántico… 

    Sin embargo, pues como en todo, hay algo de razón. Y en este caso, no es poquita ni despreciable. 

    Definir al amor o al milagro de estar enamorados, me podría llevar una vida de intentos, y el concepto es tan subjetivo como la forma de vivirlo y/o sentirlo. Cada persona podría ponerle palabras al amor, y todos escribiríamos algo diferente pero igual de válido. Incluso este concepto podría variar en diferentes momentos o situaciones de la vida de una misma persona, lo que dificulta aún más su intento de definición, debido a que estas ideas o sentimientos, aunque tienen cosas en común, no se manifiestan del mismo modo ni se mantienen constantes a lo largo de todas las experiencias de amor que se viven. 

    Por ello, no me ocuparé –al menos hoy- del amor en términos filosóficos, sino en relación a lo orgánico, a lo que nos pasa efectivamente por el cuerpo y que es empíricamente medible. En otras palabras, digamos que me referiré al amor en los tiempos de la ciencia, o de la química… 

    ¿Qué significa estar enamorado, en términos fisiológicos y químicos? Cuando nos enamoramos, las primeras sensaciones mágicas, están acompañadas por alteraciones de algunos neurotransmisores, principalmente dos de ellos. Los neurotransmisores son sustancias químicas que llevan información de una neurona a otra. Cuando nos pica el bichito amoroso, se registra un aumento del neurotransmisor dopamina, y una disminución de otro llamado serotonina. Ya sé, estás pensando que si no te hablo en castellano vas a abortar la lectura ahora mismo, pues ya te explicaré, no te impacientes… La dopamina es comúnmente asociada con el sistema del placer del cerebro, suministrando los sentimientos de felicidad, de gozo y refuerzo para motivar a una persona proactivamente para realizar ciertas actividades. Participa en experiencias naturalmente recompensantes tales como la alimentación, el sexo, el efecto de algunas drogas, y otros estímulos que se pueden asociar con conductas repetitivas tendientes a la búsqueda de placer. Para que te hagas una mejor idea, las personas que padecen depresión, presentan bajos niveles de este hedonista y bendito neurotransmisor que se pone a trabajar cuando encontramos una media naranjita. La serotonina, el otro neurotransmisor en cuestión, también está asociado con los centros de placer, su falta genera ansiedad, tristeza… Pero dijimos que disminuye cuando estamos enamorados… Entonces, ¿cómo es la cosa? Y… parece ser que queda curiosamente resuelto el hecho aparentemente contradictorio de cómo el amor nos da tanta alegría y tanto dolor a la vez… Pero las cosas no son tan simples, y no quiero pecar de reduccionista. 

    Y no sólo cambian estos neurotransmisores, también se producen hormonas relacionadas con el comportamiento sexual, y se liberan endorfinas, también asociadas al placer. Y se han identificado zonas cerebrales que se activan cuando estamos enamorados. En efecto, se han realizado experimentos que han permitido comprobar la activación de ciertas zonas cerebrales del sistema límbico ante la sola visión del objeto de deseo, que en general es sujeto (aunque hay de todo en la viña del Señor…). Esta sería una buena prueba que reemplazaría por completo a la vieja práctica de deshojar margaritas, pero aún no está disponible para uso masivo. 

    Como vemos, el enamoramiento tiene mucho que ver con la química, y también el olfato juega un papel más que importante. Las famosas feronomas no son ciencia ficción, envuelven el aire de los enamorados y pueden carecer de olor, pero que se huelen, se huelen… y cuando eso ocurre, es cuando más ganas de pecar tenemos, porque la lujuria no perdona… (Gracias a Dios, no se enojen los que piensen lo contrario, pero yo opino que la lujuria, más que en la lista de pecados capitales, debería estar en la de los dones del Espirítu Santo). 

    Y hay mucho de verdad cuando se dice que el amor es adictivo, que es como droga, o incluso, como enfermedad. El amor va de la mano del deseo, apareado a éste (o con toda la intención de hacerlo). Y el deseo abre caminos de recompensa en el cerebro, al igual que lo hacen las drogas. Hablemos de una droga usual, el alcohol por ejemplo, sustancia que, entre otras cosas, hace disminuir la presencia de serotonina, sumado a que nos afloja de unas cuantas barreras de censura e inhibición, pues genera un estado muy propicio para mirar con cariño a quien tenga la suerte o la desgracia de cruzarse en nuestro etílico camino. Y el tabaco, otra droguilla común, pues eleva los niveles de dopamina, el otro de los neurotransmisores mencionados, brindando un estado mental placentero. Y para que abras más grandes los ojitos, te cuento que las personas que sufren de trastornos obsesivos, suelen presentar niveles bajos de serotonina; sospechosamente, tal como ocurre cuando tropezamos con nuestra otra mitad. Y sí, no me digas que no has experimentado la obsesión en su máximo pico luego de conocer a tu alma gemela… Pensamiento monotemático; ansiedad potenciada; ideas fijas imposibles de erradicar de nuestra mente; amigos en peligro de extinción, o al borde de un ataque de nervios, a punto de huir de nosotros porque no somos capaces de hablar ni de escuchar otra cosa que nuestra cantinela repetitiva; deseos permanentes de control o de posesión; suspiros interminables que no paran hasta que suena el teléfono (y es la media naranjita, obvio). Para bien o para mal, este efecto no dura eternamente, con el tiempo, y si no lo perdemos, es decir, si hay mucho sexo en el medio, pues la serotonina vuelve a sus niveles normales… Aún así, si permanecemos juntos, también tiene que ver con acción química de hormonas como la oxitocina y vasopresina, que son las responsables del “pegoteo”, de la sensación de apego y de la fidelidad… 

    Como vemos, y sin ánimos de reducir la complejidad del enamoramiento, del amor, y de todas las emociones que sentimos en relación a las ganas de “morirme contigo si te matas, o matarme contigo si te mueres”, a unas pocas sustancias químicas; es verdad que hay un arsenal de éstas en acción cuando 
nos pica el tábano del amor…

    ¿Será
el "mal de amores", nada más que una crisis de abstinencia por la falta de los estímulos que facilitan la producción cerebral de todas esas sustancias adictivas? Que lo digan los que calman esta ansiedad con chocolate, el cual parece suplir, al menos en el sentido químico, la ausencia del alma gemela. Y digo que lo digan ellos, y digo “parece”… porque a todos no nos pegan de la misma manera los mismos narcóticos. A mí, la euforia que me produce la media naranjilla, el medio pomelito, la media sandía, mi otra parte, mi medio latido, o mi nidito de amor, pues no me lo reemplazan así de fácil, ni con todo el cacao del mundo, ni con una fábrica completa de bombones para todos los gustos…

    Amor bendito, amor maldito; algunas veces gracia, otras veces desgracia; aún así, ¿quién quiere perdérselo?

María Eugenia Rojas

Divagues

Hoy me senté a escribir, sin más… Sin tema alguno en mente, sólo por el hecho simple de llenar renglones, o vaciarlos tal vez. Con poco sentido, o sin otro sentido que el de la costumbre que se me está haciendo de descargar, cual colita rutera, tensiones eléctricas, estáticas y otras yerbas, a través de este medio…
A veces siento que no tengo nada para decir, pero siempre hay algo, ¿no? Hoy pensaba, para variar… Disculpen la breve digresión, pero ¿es posible poner la mente en blanco y no pensar en nada? Pues no lo creo, o al menos, adolezco de esa experiencia… Volviendo a lo que pensaba, pues elucubraba acerca de cómo uno se lo pasa corriendo de un lado a otro, en todas direcciones -a veces para no llegar a ningún lado- creyendo que es absolutamente indispensable, que no puede dejar de estar… Algunos a ésto le llaman responsabilidad, y sin embargo, podría ser más soberbia que otra cosa. Si un día nos permitimos bajarnos un rato de nuestro micromundo, pues nadie nos extraña tanto en realidad… En verdad, ¿para qué negarlo? somos absolutamente prescindibles. El mundo sigue girando con o sin nuestra presencia. Tal vez necesitamos creer que no es así, pero en el fondo este es un pensamiento muy egocéntrico, muy narcisista. Somos todo y nada a la vez… ¡dulce y amarga contradicción! Si de la historia de la vida se trata, pequeños humanos, no somos más que un pestañeo, un rápido abrir y cerrar de ojos, sólo un parpadeo efímero. Aún así, ¡qué parpadeo!! Y ahí me vuelve a invadir el gen egoísta y antropocéntrico, del que evidentemente no se pueden librar jamás ninguno de los pobres homo sapiens que necesitan dejar una huella a su paso, cuanto más profunda mejor, en el intento ferviente de alcanzar cierta inmortalidad… Ojo que yo también me incluyo en esa misma bolsa, sí, no crean que me siento tan especial ni que ando renegando de mi humanidad, no, no, no, para nada, soy un flor de exponente de esta especie bendita, o quizás maldita… Y aunque dejara fluir toda la soberbia y hasta me creyera diferente o especial, pues no estaría haciendo otra cosa que reafirmar lo dicho, que darme la razón a mí misma, que ser ejemplo vivo y obvio de lo que estoy diciendo… En fin, más digresiones… Volviendo a lo de la necesidad de trascendencia, con o sin huellas por labrar, ¡qué difícil es comprender este destino de finitud que cargamos en la consciencia y gracias a ella, la misma que luego no se banca lo que solita se empeña en saber! Tratamos de no pensar en ello, porque no es nada alentador. No obstante es así, nos guste o no, somos insignificantes parpadeos que en esta vida, sólo podremos estar seguros de algo: de que vamos a morir. Y sí… ¿hay alguna seguridad mayor que ésa? Todo lo demás, ¿lo podemos asegurar realmente? Pues no… de lo demás, hablamos mucho, pero no estamos seguros de nada, ni siquiera lo puede garantizar el slogan de “hecho probado científicamente”. Pero queremos creer, eso también es parte de nuestra esencia, al igual que ese ímpetu de superioridad que nos brota por todos los poros, en especial, cuando queremos vernos tan diferentes de nuestros hermanitos los otros animales. Y sólo nos separa un manojillo de neuronas que han servido para que podamos hablar, hacer alarde y dejar una herencia cultural escrita en muchos idiomas y no sólo una herencia biológica escrita en el lenguaje de los nucleótidos. Por si algún lego necesita la aclaración, los nucleótidos son los monómeros, pequeños ladrillitos que se combinan para formas ácidos nucleicos, los cuales a su vez, son la materia prima de la que está hecho el ADN, y aquí seguramente todos sabemos que estamos hablando de los genes….
¿Y a dónde quería ir? ¿A qué viene todo esto? Pues a ningún lado, y no viene nada al caso de nada… Estoy incursionando en un nuevo género literario que bien podría bautizar como “divague”. Así que ya tengo título para este ensayo…

María Eugenia Rojas

martes, 11 de octubre de 2011

Genes feministas

Gracias al trabajo de muchos señores y señoras de guardapolvo blanco, hoy sabemos que el sexo en nuestra especie está determinado por la presencia de un par de cromosomas, el último par, el 23 o par sexual, que puede ser XX si se trata de una mujercita, o bien XY, si la partera anuncia varón… Sin embargo, sabemos también que hay más variantes en la viña del Señor, y que existen hembras X0, XY o XXX (ya sé lo que estás pensando, pero no, nada de actrices porno) o incluso machos XXY o XYY… Esto se debe a que en realidad, lo que determina el sexo masculino es sólo un gen, presente en una pequeña partecita del cromosoma Y. Un individuo XY es mujer si por esas cosas de la vida su cromosoma Y carece de ese gen.

El cromosoma X posee una cantidad muy importante de genes, alrededor de 1000; en cambio el Y, apenas unos 26. Además, el óvulo tiene un tamaño y una funcionalidad muy superior a la del espermatozoide, que es apenas un cabezota con genes. ¿Para qué más? Si las mujeres ponemos el resto… ¿Y a qué se debe tanta pobreza masculina? Y… es que, lo acepten o no los machistas, el cromosoma que los hace tan engreídos no es otra cosa que una variante evolutiva del cromosoma X, que surgió hace unos 300 millones de años, ya casi en la Era Mamífera (antes de eso, eran los reptiles los que dominaban la Tierra, la época de los dinosaurios, si así les resulta más familiar). En los reptiles, hay casos en que el sexo está determinado por la temperatura, como ocurre con la tortuga. Pero dicha temperatura es la de incubación del huevo, y no la de la cópula, como se creía antes de que la ciencia hiciera algunos hallazgos; sí, aunque usted no lo crea, se pensaba que si el revolcón era más frenético y ardoroso, pues el resultado era -¡Oh casualidad!- un varón, y si el entusiasmo era menor, pues ahí veníamos nosotras, siempre menos deseadas en estas sociedades patriarcales…

Pero para reivindicación del género femenino, y lamentando herir hombrías, el cromosoma que dirige la batuta, pues no es otro que el X, por ello también los machos lo portan. Parece ser que las mujeres no salimos de la costilla de Adán, sino más bien fue al revés, primero fuimos Eva y luego apareció Adán, no de la costilla, sino como resultado de una mutación…

Además, hasta la sexta semana de desarrollo embrionario, pues la nueva vida carece de sexo, es literalmente bipotencial… En otras palabras, estamos todos destinados a ser hembras, a menos que ese gen del cromosoma Y se active, si eso no ocurre, pues vendrá una nueva damisela a este mundo, mal que le pese al amor propio de algunos hombrecillos…

Pero cuando se dice que el sexo del hijo lo determina el hombre, pues ahí sí hay que darle la razón a los machistas que siempre quieren estar primeros y considerarse los artífices de todo. Es fácil, si las mujeres somos XX, pues producimos sólo gametas (óvulos) X, en cambio los hombres, producen espermatozoides en dos variantes: X e Y. Por ello, digamos que ellos ponen la variedad, luego el azar hace el resto.

Queda así demostrado que el machismo es sólo un rasgo cultural, porque si de Biología se trata, pues hasta los genes son feministas…

María Eugenia Rojas


lunes, 10 de octubre de 2011

Te vas...

Mucho por hacer
Demasiado por sentir
Corazones empastados
Latidos adormecidos
Abulia de emociones
Nada en los labios
Poco en las manos
Todo por resignar
Te vas…

Mucho por dar
Demasiado por soñar
Suspiros desterrados
Canciones mudas
Garganta reseca
Nada en el alma
Poco en el cielo
Todo por doler
Te vas…

Mucho por reír
Demasiado por amar
Órganos anestesiados
Deseos maniatados
Flores marchitas
Nada en el paraíso
Poco en la tierra
Todo por extrañar
Te vas…

Mucho por saber
Demasiado por comprender
Sensaciones ateridas
Esperanza en soledad
Ofrenda pisoteada
Nada por recibir
Poco por entregar
Todo por llorar
Te vas…


María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/



viernes, 7 de octubre de 2011

No reces por mí...

    No reces por mí, no le pidas a Dios que mis labios se sequen, que mi garganta se cierre, que mis manos se vacíen, que mi corazón se vista de invierno. Ni mucho menos le pidas que te cambie por nadie. No se le pide a Dios que mate al amor, no se reza para evitar lo que viene de Él, lo que no tiene remedio o lo que solo decanta.
    No le pidas a Dios que ponga otros besos sobre mis heridas, ni que sea otra mi fuente de inspiración. No quiero nada de eso, quiero a todos mis besos y a todas mis heridas. Yo sí acepto los regalos que Dios me manda, y también acepto los vacíos que algunos me dejan; por eso los besos nunca me han faltado y, por supuesto, las heridas tampoco.
    No reces por mí, que yo sé muy bien que la Luna es para verla de lejos, pero también sé que es para verla de a dos. No le pidas a Dios que deje de existir en mi corazón, porque no hay más Dios que el amor, y si algunos hablan de otra cosa cuando dicen Dios, pues aún no han comprendido nada.
    No le pidas a Dios que deje de “desperdiciarme”, si tengo algo para desperdiciar es porque Dios me lo ha dado, y no hay mayor placer que andar por la vida esparciendo sus dones.
    No reces por mí sin saber en absoluto lo que necesito. Deja que Dios haga sus planes para mí. Pedí por vos, que necesitás más que yo, y dejalo que haga sus planes para vos, los que Él diga, no las instrucciones que le mandes. No siéndolo, ni queriéndolo, a veces, igual pecamos de soberbia.
    ¿No era que Dios sabe cómo hace las cosas? Pues entonces no le digas cómo debe hacerlas. Sólo pídele que estemos bien, no le pidas por mí, y si es así, que no sea más que eso.

María Eugenia Rojas

jueves, 6 de octubre de 2011

Contradíceme, contradícete…

    Si un día encuentro, o encuentras, o encontramos juntos algunas ideas encontradas entre nosotros y con nosotros mismos, pues vos sabrás, yo sabré, en fin, nosotros sabremos que esto no se trataba de un trabalenguas, y que eran sabias las palabras de Jorge Luis Borges cuando decía: “Quizás hayan enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones”. En efecto, esto no es ni más ni menos que expresar la sinceridad de que lo que decimos, pues no son más que opiniones, con las que otro puede o no estar de acuerdo y que, incluso yo misma, mañana puedo contradecirme o ya no estar tan segura de mis propias citas.
    Cada día es único, es una nueva oportunidad para fluir, para dejarse ser, para ser permeable a las nuevas bellezas que nos esperan para sorprendernos, para pensar, para sentir… Y en ese fluir, cambiamos, por suerte, y tal vez después de hoy, ya no seré la misma. Y la verdad, espero que así sea, espero que cada día me enseñe que no tengo que tener miedo de seguir creciendo, que puedo animarme a nuevas búsquedas y que, en ese camino, iré construyendo, reconstruyendo y deconstruyéndome a mí misma.
    Cambiar… cambiar de ideas, de visiones del mundo, de apreciaciones, de opiniones, de creencias, de sensaciones, de racionalizaciones… En general esto se vive como algo negativo, negativo notarlo en lo demás, y negativo saberlo de uno mismo. Pero, ¿por qué? ¿Te parece que realmente nos hace bien sostener toda la vida las mismas ideas? ¿Te parece que es algo positivo quedarse anquilosado reproduciendo siempre la misma historia? ¿Te parece que es interesante mantener ese tipo de constancia? Pues no, no lo creo… Creo todo lo contrario, si dentro de 10 años vuelvo a pensar las mismas cosas y las escribo igual que hoy, pues no estaré satisfecha, sólo sentiré que he perdido el tiempo, que no he crecido, que me he estancado en ciertas seguridades que me han cortado las alas. Dejar atrás una etapa puede significar un duelo, lo sé… Y nos resistimos a ello… pero eso es crecer. Si mañana te encontrás contradiciéndote, pues no te alarmes, posiblemente debas alegrarte y enorgullecerte porque has podido crecer. Te lo has permitido, te la has bancado. Y eso es mucho decir.
    Hoy estoy sintiendo ésto, estoy pensando ésto, estoy diciendo ésto… mañana, ¿quién sabe? Pues yo no… y eso es una suerte. Por ello, en este camino que transito, si miro para atrás y un día siento que no soy yo esa del recuerdo, no me preocuparé en lo más mínimo. En consecuencia, no intentaré que todos mis ensayos guarden una lógica impecable… son opiniones de hoy, impresiones, sensaciones, emociones que fluyen… Soy acción, soy dinamismo, me encuentro, me pierdo, me armo, me desarmo y vuelvo a rearmarme, en una sinfonía sin fin, que sólo acabará cuando exhale el último suspiro… (que seguramente será por vos, porque algunas cosas no cambian tanto, a pesar de todo…)

María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/



Chat gratis