A mi Musa, que escribe en mi alma y me regala el tintero de su corazón...
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jueves, 29 de septiembre de 2011

Amor: ¿Verdades o Falsedades De Perogrullo?

Perogrullada (De Perogrullo): 1. f. coloq. Verdad o certeza que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla.
Real Academia Española

Amor a primera vista…. Amor para toda la vida… el amor de tu vida llega una sola vez… etcétera, etcétera. ¿Quién puede decir tantas pavadas? Ni yo, que soy más cursi que puntilla de color rosa…
El amor no tiene nada que ver con la vista; si así fuera, los ciegos nunca sabrían de amor… Con la vista sólo podemos sentir atracción, deseo que obnubila el pensamiento, que confunde emociones… pero eso es muy diferente del amor…
El amor aparece cuando puedes entrar en el alma del otro… cuando puedes ver lo que hay allí dentro, cuando eso que percibís tiene el calor de una tarde de sol, cuando también te dan ganas de abrir tu corazón…
El amor para toda la vida, sí… en parte sí; pero no en el sentido de un sólo y único amor, ni en el de una pareja que necesariamente dure toda la vida… ¿Quién puede decir que no va a cambiar? ¿Quién puede asegurarse de que el otro no cambie? Y menos, siendo que el cambio es necesario... ¡Cuánta chatura hay en quien pretende transitar esta vida sin evolución alguna!, y más chatura, ignorancia y egoísmo es desear que otro, a quien se dice amar, permanezca estático, sin crecer, sin evolucionar. Y, a veces, esa evolución, puede estrechar vínculos e incrementar motivos para compartir; pero, otras tantas, también nos aleja… Pero si el amor realmente existe, pues sí, siempre queda, aunque las personas sigan su camino por calles diferentes… Continuar en sendas distintas, en general, se interpreta como desamor, como fracaso, como: “y… no era el amor de mi vida…” Y el amor no tiene nada que ver con atar a una persona a la pata de tu cama el resto de sus días, o de los tuyos…
¿Un sólo amor? ¿El amor de tu vida y nada más? ¡Qué ridícula limitación irreflexiva! Se contradice por todos lados, es perogrullada que se repite sin ningún tipo de idea acerca de lo que se está diciendo, que más que simpleza decirla, lo es no pensarla; es necedad que no resiste ni el cuestionamiento más básico… El amor es una capacidad que todos tenemos, no empieza y termina con ninguna persona, es algo propio, que forma parte de nosotros mismos, que nada ni nadie nos quitará. Decir o pensar que sólo una persona en esta vida puede hacer florecer el amor en nuestro corazón es subestimarnos, es considerar que somos más pobres y limitados de lo que en realidad somos. Por lo menos, en lo que se refiere al amor, no tenemos límite alguno; a menos que nosotros mismos seamos quienes nos pongamos las barreras. ¿Cómo podemos creer que sólo podremos conocer a sólo una persona que sea digna de recibir nuestro corazón, que no le hará daño y que también entregará el suyo? Eso depende de nosotros, no culpemos a los demás, ni nos escondamos detrás de estas fantasías para justificar que no estamos enamorados, que hemos fracasado en el amor, o para autoengañarnos con que somos tan fieles que nunca amaremos a nadie más que a quien ya hemos amado…
El amor con mayúscula no tiene un solo dueño… el amor con mayúscula no se agota, se regala a granel, se esparce como semilla y nunca se acaba… Es más, el amor con mayúscula no se limita sólo a una pareja; el amor con mayúscula es también el que se siente por un hijo, por un hermano, por una madre, por un padre, por un amigo, o por quién sea, sin necesidad de rótulo alguno… Si de pareja se trata, podemos obsequiar exclusividad a una persona, en relación a la convención social de lo que hemos aprendido que significa estar en pareja, porque la sociedad y las subjetividades humanas están organizadas así… Y no está mal… Pero eso no quita que no amemos ni podamos amar nunca a nadie más; y si nos vuelve a pasar, eso no implica que no amábamos realmente a ese otro que pasó antes por nuestras vidas… ni siquiera significa, necesariamente, que lo hemos dejado de amar. Tal vez esa persona ya no nos completa como queremos porque hemos cambiado, o nos hemos conocido más… Sea como sea, puede ocurrir que los puntos de encuentro se hayan distanciado… Pero desatarse no significa no haber amado o no seguir amando… Sólo cabe cuestionarnos el amor si un día nos encontramos incapaces de comprender, obrando con odio, con resentimiento, deseando que el otro sufra, no perdonando, viviendo la distancia como fracaso. Si hemos amado, no podemos más que comprender, que seguir brindándonos desde el lugar que haga más feliz a ese alguien cuyo latido siempre vibrará dentro nuestro, que sentir que hemos sido y seguiremos siendo afortunados…
La verdad es que no hay que poner tanto rollo, ni tantos engaños en algo que es tan simple y tan bello. ¡Sí, hemos amado! ¡Y somos capaces de más! Amamos en el pasado, amamos en el presente y amaremos en el futuro, y ¿por qué no? con la misma intensidad. No tendremos un sólo amor; y menos, seremos tan idiotas de creernos tan mezquinos o tan reducidos como para darle el gusto al primer tonto que dijo que así era, y a los que, sin pensar demasiado, lo han repetido por años…
María Eugenia Rojas
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martes, 27 de septiembre de 2011

Como sea, pero seré...

Manía de andar dejando huella,
¡Y qué huella…!
No pasaré desapercibida.
Seré como whisky sin hielo,
Luces de neón,
Lluvia sin paraguas,
Surco profundo en el corazón.
Uñas que se clavan, ¿en la espalda? ¿en la cara?
Dulce sueño recurrente, o pesadilla infernal…
Pero seré…

Manía de andar dejando huella,
¡Y qué huella…!
Arrasaré sin culpa.
Seré huracán que llega sin avisar,
Catarata de palabras,
Enjambre de tábanos,
Obsesión sin medicar.
Agua que se filtra en todos los rincones, ¿purifica? ¿carcome?
Engrudo pegajoso, o dulce miel para empalagar…
Pero seré…

Manía de andar dejando huella,
¡Y qué huella…!
Tatuaré tu carne con tinta de fuego y sangre.
Seré latigazo en tus fibras,
Telaraña que atrapa,
Tsunami de emociones,
Droga que alucina.
Semáforo brillante, ¿en rojo? ¿en verde? Nunca amarillo…
Banquete que empacha, o anhelada ambrosía…
Pero seré…

Manía de andar dejando huella,
¡Y qué huella…!
Horadaré tus superficies y tus profundidades.
Seré terremoto que sacude,
Cóctel afrodisíaco,
Potrillo sin domar,
Bramido visceral que enajena.
Realidad latente de confite que sabe a pecado, ¿condena? ¿redime?
Sirena intermitente que aturde, o dulce melodía…
Pero seré…

Manía de andar dejando huella,
¡Y qué huella…!
Despabilaré tus sentidos.
Seré ángel y demonio,
Ardor de alcohol,
Viento que despeina,
Ácido en la herida.
Hierro candente, ¿quema? ¿enciende?
Lágrimas de alma en carne viva, o de alma más viva que la carne…
Como sea, pero seré…


María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/


lunes, 26 de septiembre de 2011

Decime, escribime, llamame, pensame, nombrame…

Mi nombre en tus labios suena como canción… tiene otra melodía, es el sonido indescriptible de tu voz.
Mi nombre en tu boca ya no es mío, es tuyo, como toda yo cuando me nombrás, y cuando no me nombrás también…
Mi nombre en tu sonrisa suena más dulce; sabe a caramelo, a pan caliente, a susurro de amor, a brisa de primavera…
Mi nombre no tiene tiempo, ni dueño, ni siquiera es sólo mío, como nada en este mundo… Pero a veces lo siento un poquito más propio, a veces lo escucho y siento que soy yo… Y eso pasa cuando vos le das vida, en el color de tu palabra, en el sabor de tu aliento, en el calor de tu respiración…
Mi nombre en tus manos es otro nombre, es el nombre de una reina, es el nombre más importante que se pueda leer…
Mi nombre en tu pluma trae la emoción de tu latir, tiembla en un puño tenso y vacilante de tantas dudas y cerrojos…
Mi nombre entre tus dedos aterciopela el papel de las hojas, las convierte en pétalos que acarician el sentir; es palabra que huele como flor y rasguña como espina…
Mi nombre no tiene brillo, ni belleza, ni calor, ni siquiera identidad… Pero a veces, encadenado entre grilletes de hielo, se derrite bajo el fuego de la tinta que me nombra; esa tinta que, moldeada por tu pulso, abre ventanas en mi alma para que el sol entre, entibie, libere… Y ahí soy yo, más que nunca…
Cuando decís mi nombre, no hay pasado ni futuro; el tiempo se detiene en un presente que sabe a eternidad… Cuando pronunciás mi nombre hay duendes, hay magia, hay aire impregnado por el aroma de un delirio para compartir…
Cuando escribís mi nombre, titila mi alma, y lo que leo no es mi nombre, lo que leo es… es la emoción en la punta de tus dedos; es la turbación de mis sentidos; es el brillo en mis pupilas; es tu latido y el mío, en un sólo vibrar, trémulo y silencioso…
Decime como quieras, pero decime… llamame, nombrame… Decilo, escribilo, pensalo… nunca estarás lejos, ni en invierno, ni en soledad cuando lo hagas…

María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/

sábado, 24 de septiembre de 2011

Para los que viven envueltos en la bandera de la queja...

Todos los días escucho que alguien cuenta los días que faltan para que llegue el viernes; que espera que las horas se pasen; que se queja de la vida, del trabajo, de la familia, de los problemas, de todo…
Yo también, muchas veces, hago lo mismo, miro la hora y espero… espero que se pase pronto… Y hasta, a veces, también me deshago en quejas ingratas, arrastrada por la fuerza arrolladora de tantos pesimistas…
Y veces siento, siento que así la vida se nos pasa, anhelando un futuro que no existe y desperdiciando un presente que es lo único que tenemos. ¿Quién sabe si llegará al viernes? ¿Cómo podemos dejar que el presente se nos escurra, siendo que este es lo único que realmente podemos afirmar que tenemos?
Somos una cultura que frecuentemente se regodea en la queja, en el lamento por lo que no tenemos o en la melancolía por lo que fue…
El presente se esfuma con pena y sin gloria; el pasado –siempre mejor- tal vez tampoco se disfrutó más que ese presente que sólo será bueno cuando ya no esté, y si bien el pasado es nuestro, muy nuestro, pues ya no es; y el futuro… el futuro se espera, pero se arruina con un presente vacío y un pasado que no tiene futuro…
¿No nos gusta todo lo que hacemos? ¿Nos disgusta el modo en que ocupamos nuestro tiempo, en que llenamos nuestros espacios? Tal vez sí, tal vez no… pero eso no es excusa… Porque muchas veces, hemos elegido todo eso que nos hace soltar tantas quejas, e incluso, lo volveríamos a hacer… Lo que ocurre es que perdemos de vista el horizonte, el sentido de lo que hacemos, ofuscados en pequeñeces que creemos gigantes y perdiendo de vista las verdaderas grandezas que nos saben a nada, opacadas por tanto quejido inútil…
Anquilosarse en un pasado, inmovilizarse en la espera de un futuro mejor, sólo nos hace atentar contra un presente para vivir, para disfrutar; y, con ello, dejar de construir lo que edifica un ahora lleno de gratificaciones y, así, incluso cerrar puertas a un posible mañana para cosechar esa siembra…
Lo que realmente tenemos es el presente, el aquí y ahora, este instante en que estamos vivos, en que respiramos y podemos sentir toda la maravilla que nos rodea… Y no valoramos eso… La vida entera se nos pasa así, llena de regalos prodigiosos que dejamos pasar y no podemos gozar porque siempre hay algo que falta, siempre hay algo que nunca estuvo, o siempre hay algo que se fue…
Así como tenemos la capacidad para la pena, para el dolor, para el llanto, para detectar motivos de queja; también tenemos múltiples capacidades para ser felices… Y no querrás desperdiciar tu potencial en todo aquello que es inútil, en todo aquello que hace daño… Y no se trata de no sentir, sentir es siempre bello, incluso el dolor puede vivirse con el placer de saber que si duele, es porque has sentido algo, es porque ha ocurrido el impagable milagro de que no has sido indiferente…
Problemas nunca faltaron, nunca faltan, nunca faltarán… Pero del mismo modo, las bendiciones tampoco… Las bendiciones están, sólo hay que querer verlas, y ponderarlas por encima de las sempiternas dificultades que, a diferencia de nuestro valioso tiempo para sonreír, no se van a ir, porque aunque algunas se diluyan, pues otras vendrán. La simple acción de permitirse disfrutar las bendiciones, las multiplica; y en realidad, no necesitamos nada más… En realidad,  no necesitamos que las cosas mejoren en sí mismas, sólo necesitamos desear que nada obnubile nuestra alegría, que nada nos haga sentir insatisfechos… La felicidad no está en algo externo, la felicidad está dentro nuestro, sólo hay que hacerle lugar…
María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/

martes, 20 de septiembre de 2011

Magia

Magia es despertar, abrir los ojos y ver que ha salido el Sol. Magia es recibir un "buen día", un desayuno en la cama, una sonrisa, un "te quiero". Magia es respirar y encontrarte en el aire, magia es pensar en vos…
Magia es perderse sin tiempo mirando la infinitud de un inalcanzable cielo… Magia es saber que sos parte de ese universo indescifrable, tan lejano y tan nuestro, tan frío y tan emocionante…
Magia es un regalo; magia es un beso, es un abrazo, es el latido de mi corazón cuando el aire se perfuma con tu presencia... Hay magia en un sueño, magia en una canción, magia en todas las palabras que vienen de vos…
Magia es lo que habita en esos días que puedes armar a gusto, días en los que no hay que correr en todas direcciones para no llegar a ningún lado… Magia es desear que exista el día perfecto, ese día para llegar a vos… para abrazarte, para pasarlo entre tu piel…
Magia es una caricia; es el milagro de dos corazones vibrando acompasados al ritmo de una misma canción, de un mismo deseo… Hay magia en mi alma cuando tu abrazo me envuelve, hay magia en mi latido cuando es tuyo…
Magia es estar vivo; es dejar que el Sol entibie tu rostro, que la lluvia resbale por tus mejillas, cayendo del cielo o de tus ojos… Hay magia en cada deseo, en cada sentimiento, en cada emoción; hay magia en cada uno de los suspiros que escapan con tu respiración…
Magia es saber que estás; magia es esperarte, es regalarte; magia es bailar para vos… Hay magia en la brisa que acaricia tus cabellos, en el brillo de tus ojos, en el Dios que habita en tu risa, en la luz que irradia tu corazón…
Magia es sentirse lleno de amor, es explotar de ganas, es volver a creer, es el anhelo de beber de tu alma, es el deseo de robar tu corazón… Hay magia en un encuentro, y más magia si el encuentro es con vos…
Magia es perderse en otros ojos, y encontrarse en esa misma mirada… Hay magia cuando sobran las palabras, cuando las pupilas hablan, cuando el cuerpo grita; hay magia cuando percibo tu palpitar; hay magia en tus labios, en tu carita de ángel, en tus pequeños ojos temerosos…
Magia es tener sentidos para percibir, para disfrutar; magia es estremecerse, es emocionarse, es no poder permanecer indiferente… Hay magia cuando se acelera mi corazón, cuando se agita mi respiración… cuando detrás de eso estás vos…
Magia es reír, magia es llorar, magia es animarse a más… Hay magia cuando hay valentía, cuando hay esperanza, cuando hay emociones que pueden compartirse…
Magia es una noche de amor, una tarde de amor, una mañana de amor; magia es un instante con vos… Hay magia cuando quiero desnudarte con la mirada, cuando hacés crepitar mi corazón, cuando lográs que me escueza el alma, cuando me conmovés hasta el llanto, cuando dejás mi vida aleteando en el vacío, cuando tirito por tu ausencia con la emoción en carne viva y pendiendo de un alfiler…
Magia es un mimo, es el afecto, es lo que brota de mi alma presa en tu condena de amor y de olvido… Hay magia en tu voz, hay magia en tus manos, hay magia en tu caminar, hay magia en lo que das, pero más magia hay en todo lo que te guardás…
Magia es felicidad y también es tristeza… Hay magia aún cuando desvela la verdad, la verdad de saber que entre vos y yo… la soledad… la soledad al cuadrado, con su muro de amianto y su noche de escarcha…
Magia es vida, es sensibilidad; y nos rodea, aunque no la veamos. La magia está en cada rincón, dentro nuestro y en derredor… Pero no hay magia más grandiosa, pero no hay nada más mágico y más maravilloso que cuando volcás lo que hay en tu corazón… Y yo estoy ahí para recibir toda esa belleza y todo ese calor…

María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/


lunes, 19 de septiembre de 2011

Casa robada

Puerta abierta; puerta violentada; cerradura que ha cedido; paz que se esfuma; alma que cae al suelo, que va rodando, que va a parar junto a tus cosas -o lo que ha quedado de ellas- también sorprendidas y sacudidas por otras manos, manos desconocidas que no saben de trabajo, que sólo saben construir su propia ruina a partir de la destrucción ajena, que sólo traen miserias y las andan sembrando a su paso…
Sorpresa, negación… Se siente como si un huracán hubiera pasado por tu casa, o una bomba hubiera estallado en medio de tu living, dejando sólo vacío, o ensortijados despojos de lo que había sido tu mundo privado, todo mezclado en el mismo gran basurero dónde también ha ido a parar tu alma. Y por unos segundos te quedás en blanco, no entendés, ni querés entender…
Bronca, pena… Se siente la inevitable presión de un maxilar contra otro y un rechinar de dientes que se aprietan para no llorar, para no gritar, para mantener la compostura. Lo peor no es lo has perdido, lo peor no son las cosas materiales, lo peor es saber que hay otro por ahí, más desgraciado que vos, que participa día a día por hacer de este país un lugar más triste y que, siendo hacedor de miserias, las lleva puestas consigo y en el fondo es más infeliz que todos aquellos que amarga por un rato con su paso intempestivo y destructor…
Impotencia, miedo… Se siente que no hay lugar donde puedas descansar en paz, que no hay refugio posible… Y se movilizan las angustias existenciales; aflora hacia la conciencia la sensación de vulnerabilidad, de soledad, de limitación, de no poder, de no control, de la innegable realidad de que todo es finito e inseguro. Lo material y lo intangible se enlistan en las filas de la misma volatilidad efímera, dónde hoy se está, y mañana, ¿quién sabe?
Ultraje, violación… Se siente que la intimidad más íntima –valga la redundancia- ha sido invadida, que no hay nada realmente propio, ni siquiera el aire que ya circula dentro de tus pulmones, ni tampoco estos últimos… Vivimos a merced de otros y de circunstancias totalmente inmanejables, bajo la amenaza latente de más peligros de los que podemos contar. Y, aunque ya sabemos todas estas cosas, no nos gusta recordarlas, menos que nos las recuerden con hechos repentinos que sacuden las ideas, que hacen mella en nuestras emociones, que se burlan de nuestros esfuerzos, que desvalijan nuestra esperanza y cargan de bronca nuestros ánimos.
Tensión, desesperanza… Se siente que lo peor no son las pérdidas materiales; lo peor es que lo que han saqueado es tu esperanza; es saber que vivimos en una sociedad cruel, cuya única bandera es la de un capitalismo salvaje, y que no vamos a poder cambiar nada de lo que funciona mal… Que seguirá habiendo pobres; insatisfechos; frustrados; y ladrones de sueños y bienes, que son más pobres que los que han sido despojados, o los que nunca nada han tenido…
Duda, resignación… Se siente que junto a tus cosas, se han llevado lo más preciado, se han llevado tu paz. Sin embargo, a pesar de todo, la vida continúa, y suerte que estamos aquí, y que podemos decirlo, y eso ya es mucho… ¿no?

María Eugenia Rojas
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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Hambruna - Ahora tiro yo, porque me toca

Cuando creamos el título para este blog, se escucharon opiniones acerca de que no hay mucho para hablar, a lo que respondimos: “Esas son las ventajas de vivir en un país con un presente económico más que fuerte”. Y de nuestro lóbulo frontal no se apartaba la escena de la nena tucumana llorando porque tenía hambre, vestida con harapos, en el 2002; filmación del multimedio en su apogeo, una imagen que todo argentino jamás debería olvidar. Y verla hoy, en el presente, por canal 7 lógicamente, ya que son imágenes que en esta actualidad el multimedio no se atreve a mostrar, contando que tenía trabajo tanto ella como sus padres y que estaba estudiando, nos lleno el corazón de orgullo.

Pero hambruna está destinada a comprender los orígenes evolutivos de las personas que critican que a esa nena, como a una gran mayoría, les haya ido mejor en su vida; a esos seres que aprueban la casa country cerca de una villa, bien controlada y, si es posible, que la ventana de su dormitorio dé a esa villa para mostrar lo fuertes que son dentro de la especie; para todos aquellos que critican que a los chicos se le regale una computadora (fabricada en la Argentina por trabajadores Argentinos) para darle una herramienta de estudio, distinta a la calle, y que ahora quieren hablar del ANSES, con sus votos absurdos bajo el seudónimo de “voto castigo”, con lo cual: ¿A quiénes castigan? ¿A dónde nos quieren llevar? ¿Al CONICET con sus científicos, quizás, que apoyaron a su ex director? ¿o a los médicos del borda con la labor de cuidar a los más débiles sociales?, y que a lo único a lo que apuntan es a destruir un dinero que ellos jamás generaron porque sólo traen desigualdad; para todos los voceros del Sr. Magnetto, que son incapaces de interpretar una realidad por cuenta propia; para los especialistas en utilizar ese condicional negativo en el discurso político, sembrando el miedo en búsqueda de una ventaja; para los que critican al INDEC sin conocer su funcionamiento; para todos aquellos que no festejaron la ampliación del sector ferroviario; para los que se unieron al festejo del campo cuando la metrópolis se caía a pedazos; para aquellos que hasta hace muy poco tiempo opinaban que la educación en Chile era superior a la nuestra; para todos aquellos que por apretar unos botones para cargar una tarjeta hablan de tendinitis, ganando enormes valores, de los cuales dudo que sean personas adecuadas para percibir esos montos, y que todas sus idioteces repercuten sobre el pueblo que no tiene movilidad propia; y sobre todo, para esos que en época post-dictaduras se unieron al comentario “Nosotros éramos gente de trabajo y jamás nos golpearon la puerta. Ya está. No hay que pensar en el pasado, en algo andarían metidos” y siguen dando el mismo discurso que da un torturador desde una cárcel, porque en lo profundo de sus corazones, les da lo mismo que estén o no presos.

Para todos ustedes que buscan una destrucción por sus abominables cualidades como la codicia, la avaricia, la soberbia, la ignorancia, la pedantería, el odio, la traición; para todos ustedes que contaron la historia ganadora del siglo pasado junto al fascismo y todas sus mutaciones, y que con sus sucios papeles nos quisieron dominar como especie. Les comento que no nos mataron, y que en la expresión de nuestros genes siempre la lucha va a estar presente, porque es la hora de que a la historia de nuestro país la empecemos a contar nosotros, a los que masacrarían seguramente si el poder estuviese de su lado, como lo hicieron tantas veces… Nuestras diferencias son tan puras como el ying y el yang, lo bueno lo malo, y toda esta relación magnética que se origina en esos polos que dominan nuestra existencia, desde lo microscópico a lo macroscópico; en lo político-social siempre fuimos fascismo y anarquismo. Por eso a ustedes, mutaciones de fascistas o neoliberalistas (nunca supe en que conjuntos colocarlos, aunque en un tiempo no muy lejano se los llamaban gorilas) hoy en día sólo se los ve como opositores cuyo único fin es que nos vaya mal como país. Y…. Sí. Responden a los que su genética expresa y, en un segundo plano, el sistema educativo que les dio origen. Pero esta vez somos más del 50 %, no pudieron con todos. Por esta vez, ustedes son los menos; ustedes, los timoneros de la hambruna.

El fantasma de la B

domingo, 11 de septiembre de 2011

Para los maestros, es decir, para todos…

Ser maestro es abrir un camino, es trazar un sendero, y guiar a otros para transitar en él.
Ser maestro es el arte de transformar un mundo de saberes y hacer de ellos un regalo mágico para compartir.
Ser maestro es emprender un viaje único; es transportar y transportarse como mediador de una historia compartida de cultura, y ser protagonista del intercambio generacional.
Ser maestro es dibujar un horizonte, acortar distancias y unir mentes al servicio de hacer del mundo un lugar para cobijar, abrigar y dar la bienvenida a nuevas potencialidades que también harán historia.
Ser maestro es poner el corazón al servicio de brindar herramientas para enriquecerse; es vehiculizar saberes y emociones que merecen compartirse.
Ser maestro es crecer cada día, construirse y construir; derramarse y aprender junto a otros que, en plural, siempre podremos más.
Ser maestro es imaginar que nuevos mundos son posibles; es construir un sueño, e invitar a otros a despertar en él.
Ser maestro es esperanza; es poder creer que es posible dejar una huella en la subjetividad de un otro que espera con ansias, pero con miedo, crecer y recibir un legado de amor y de saber que, por derecho, nos pertenece a todos.
Ser maestro es tener el privilegio de participar en el impagable proceso de que otros se calcen alas y se animen a volar.
Ser maestro es acompañar y sostener en la, a veces, angustiante experiencia de hacernos conscientes de nuestras limitaciones, de nuestra pequeñez individual; y a la vez, de ser portadores colectivos y responsables de un potencial que nos quema en las manos y que no tiene límites.
Ser maestro es brindarse, es hacer que el alma se desarme en trocitos, y entregarse a los demás latiendo en cada en uno de ellos.
Ser maestro es despertar los sentidos, y permitir que toda la humanidad y toda la sensibilidad circulen a granel por nuestras venas y se esparzan como luz, copiosa y brillante, en cada palabra, en cada gesto, en cada entrega.
Ser maestro es una tarea digna de ser experimentada, una labor que no es ajena a nadie, un ejercicio que nos convoca más allá de los títulos; pues todos podemos enseñar algo, todos debemos dejar algo de nosotros a los demás, y aprender con esa ofrenda.
María Eugenia Rojas

Derramarse en papel

    Escribir es derramarse en papel... aunque en vistas de las nuevas tecnologías, tal vez debería decir en un teclado, ¿o acaso en una pantalla? Como sea, es derramarse… y es más estético decir en papel. Nada más poético que aquellas cartas que llegaban en papel y manuscritas… Nada más romántico, cálido y sensible que leer de puño y letra, ¿no?, sin desmerecer a las formas de comunicación virtual. Pero aunque las nuevas tecnologías a veces enfrían y despersonalizan, nadie duda que lo que hemos perdido en romanticismo, lo hemos compensado con las amplias posibilidades que nos brindan los sistemas informatizados; y no podemos dejar de reconocer las múltiples ventajas de los procesadores de texto, ni de perder de vista que con ellos hemos ganado tiempo y acortado todas las distancias…
    Escribir es el arte de derramarse con palabras, es dejar que el alma se asome, es animarse a desnudar la sensibilidad, es volcar lo que hay dentro nuestro, es ser libre en un breve instante de encuentro con uno mismo; y a la vez, es brindarse, es abrir los sentidos, la emoción y la razón para compartirlos con otro. 
    Sea cual sea el tema al cual pongamos letra, y por más esfuerzo que hagamos por disfrazarnos de múltiples personajes, escribir siempre se trata de uno mismo. Como en los sueños, traigan la cara que traigan, las personas que aparecen, siempre somos nosotros. No se puede escribir sobre lo que no se sabe, no se puede hablar sobre lo que no se siente, no se puede expresar lo que no se conoce o no se ha experimentado. Del mismo modo, como no hay comunicación sin emisor, tampoco la hay sin receptor;  y por ello, no escribimos sólo para nosotros, siempre hay un otro, aunque sea imaginario, que hace posible y necesaria la acción de brindarse, que otorga sentido a la intención de derramarse en la mágica experiencia de jugar con las palabras para que estas traduzcan lo que dicta el lenguaje del corazón, o el lenguaje de la razón.
    Escribir es derramarse de la forma más auténtica, es expresarse sin limitaciones, sin condicionamientos; porque aunque hay otro, ese otro está físicamente ausente y naturalmente mudo. No hay interrupciones ni reacciones que nos desvíen del camino de letras que trazamos y moldeamos a gusto cuando empuñamos la pluma o tamborileamos sobre un teclado.
    Escribir es animarse a cruzar las barreras del tiempo, a dejar una huella que nos trascienda; es ofrecer una resistencia ante la inevitable consciencia de la limitación humana frente a nuestra indudable finitud. Escribir es dejarse ser, entregarse en presente, y proyectarse a futuro. Las personas pasan, las palabras quedan, y si están escritas, no se las lleva el viento…
    Escribir es derramar pensamientos y sentimientos, es compartir saberes y emociones, es construir cultura, es intentar llegar a otro para enriquecerlo o conmoverlo, es crear arte, es dar algo de nuestro universo personal, es brindar eso bueno que llevamos y que no debemos guardar. Todos tenemos algo para decir, todos sabemos algo que podemos regalar, todos sentimos emociones que queremos compartir…
    ¿Qué estás esperando? No me digas que querés perderte el placer de derramarte… No me digas que sos cobarde… No me digas que sos mezquino…

María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/


domingo, 4 de septiembre de 2011

¿Cómo estás?

   ¿Cuántas veces al día pronunciamos estas palabras? Deben ser las que más hemos repetido en nuestras vidas; y también las que más hemos oído… Pero, aunque las más dichas, aunque las más escuchadas; también las más vacías, las más carentes de sentido.
    A diario iniciamos una conversación empleando esta pregunta. Cada vez que nos encontramos con alguien, surge esta inevitable interrogación. Sin embargo, ¿alguien quiere saber realmente cómo estamos?, ¿de verdad queremos que los demás nos contesten esa pregunta? Pues la verdad, en ambos casos, es que no. Preguntamos, pero no esperamos respuesta; nos preguntan, pero no nos quieren escuchar…
    ¿Cómo estás? Se ha convertido en el mejor ejemplo de pregunta retórica… ese tipo de interrogación que no espera respuesta alguna. Son palabras que fluyen de nuestros labios por la inercia que le otorga la costumbre, la cotidianeidad, la habituación, la reproducción irreflexiva de la conducta aprendida…
    Con la misma insensibilidad, con la misma mecanización, respondemos “Bien, ¿y vos?” Con lo cual, el diálogo de sordos continúa… Y nada nos hace ruido, y nos sentimos muy bien de poder estar entablando una conversación con alguien...
    Y por lo general, todo marcha como corresponde cuando seguimos esta corriente y no desencajamos a nadie corriéndolo de la plantilla preformada que ya tiene diseñada, la cual le indica cómo es un diálogo “normal”…
    Creo que si alguna vez contestáramos literalmente y dijéramos la verdad de cómo estamos, pues el receptor en cuestión dudo que volviera a acercarse a intentar un nuevo diálogo con nosotros…
    A veces, ni siquiera contestamos… o ni siquiera obtenemos respuesta a esa pregunta. Nos hablan de otra cosa, y vamos directo al grano con la cuestión práctica que realmente nos convoca para comenzar a charlar. Esto es más sincero que perder el tiempo en ensayar preguntas y respuestas para quedar bien, para cumplir con la norma usual; o para disfrazar el tsunami de emociones que escondemos, o toda la complejidad que somos y que no puede resumirse detrás de un “Bien” que nada dice. Si de verdad deberíamos responder a la pregunta de ¿Cómo estamos?, aunque estemos bien, pues no podríamos evitar robar una buena porción de tiempo valioso al prójimo que siempre anda apurado…
    La cuestión, no es dejar de preguntar o dejar de contestar de estas maneras. Estoy hablando sobre este tema, porque la mayoría de las veces no reparamos en detalles aparentemente tan triviales, ni en éstos ni en muchos otros…
    Soy consciente de la sociedad y de la cultura en la que estoy inmersa, soy consciente de que muchas cosas que hacemos y decimos no tienen en realidad el sentido que parecen tener…
    ¿Cómo estás? Es, en la mayoría de los casos, sólo una excusa para iniciar una conversación, parte de una serie de formalidades que hemos incorporado, pero que poco tienen del sentido real que quizás alguna vez tuvieron o pretendieron tener…
    Sin embargo… hace poco, como tantas veces, me preguntaron ¿cómo estás? Y yo ignoré, pasé por alto la pregunta, contesté hablando de otras cosas… Esa vez, fue la primera que alguien me sorprendió replicando con un “Pero no me dijiste cómo estás” En mis casi 32 años, sólo una persona -de las miles que ya habré conocido, de las miles con las que ya habré dialogado- repreguntó cuando no obtuvo respuesta, demostró que realmente no preguntaba por preguntar… Y ¿te cuento algo? No me sentí desencajada… No me sacaron del eje… No me desestabilizaron moviéndome de la dirección esperable de lo que conocemos como conversación “normal”… La verdad es que no me sentí más que gratamente sorprendida… Y no pude más que brindarme, y devolver la misma sensibilidad… Y si eso me hizo “perder” tiempo, pues quiero perderlo más a menudo…
    Probá vos también… no te digo que salgas a contestar a otro lo que no quiere escuchar; primero tenés que dar, y vas a comprobar que vuelve multiplicado… Vas a ver que no te miento, que el mundo puede ser un lugar más ameno, más compartido, más gratificante, si de vez en cuando preguntamos ¿Cómo estás? y no nos conformamos con un Bien, sea pronunciado o sea mudo…

María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/

Detrás de la máscara del "Bien, ¿vos?'", ¿Cómo estamos? ¿Qué nos pasa? ¿Quiénes somos?

Y llegaste un día... y te fuiste otro...

Y llegaste un día…

Suave y fresca, vestida como flor en primavera… Y sin embargo, te miré sin ver, y no te vi…

Cálida y sencilla, como tarde de sol… Y sin embargo, no sentí tu perfume ni tu calor…

Aterciopelada voz, melodía del corazón… Y sin embargo, no escuché ninguna canción…

Envuelta en un suspiro de pasión, con manojillos de sueños latiendo en la respiración… Y sin embargo, no te sentí, no me llegó tu vibración…

Pero un día, un día no se qué pasó… Cupido andaba aburrido y una de sus picardías se mandó…

Tal vez no fue Cupido, tal vez no fue una rareza… tal vez no se puede ser insensible mucho tiempo frente a tanta belleza…

Y tu calor llegó, me inundó, me invadió… la tibieza que irradia tu sonrisa, en mi alma se derramó…

Y se hizo la magia, magia que fue canción, canción que empezó a sonar al ritmo de mi corazón…

Tus palabras son caricias, y viajaron dentro de mí, recorrieron las fibras más profundas y se apoderaron de mi sentir…

Y quisiste guardar tu luz, pero la custodia burló… imposible tapar, con un sólo dedo, lo que es todo un sol… Y la luz llegó, llegó hasta el más oscuro de mis rincones, y en todos mis espacios se instaló…

Y avancé hacia la luz, y caminé hacia el sol; no me importó quemarme, ni perder las alas, ni darle la bienvenida al dolor…

Y entraste en mí, te colaste en cada uno de mis pensamientos, impregnaste todo con tu color… y ya nunca más pude dejar de ver, de oír, de sentir…

Encontré mi universo extraviado, colgado en tu mirada… encontré la verdad y la vida latiendo en las puertas de tu alma soleada…

Ternura infinita, dulzura y ensoñación… encendiste la llama de mi dormido corazón…

Y despertaron todos mis sentidos, liberaron mariposas, soltaron pájaros, derramaron vida, dibujaron sueños, brotaron jardines reverdecidos, pintaron amplias sonrisas de interminables suspiros…

Encendiste mi llama y mi emoción… estremeciste, aceleraste mi corazón… y un día me encontré trayendo el aire cargado de ansiedad, deseo y desesperación…

Ansias de fuego, ansias que contagian, ansias que traspasan puertas, que no saben de muros; ansias que no pueden frenarse, ansias que perfuman el aire, ansias que no entienden razones, que no saben de olvido…

Y un día descubrí que tu deseo y el mío sonaban en el mismo latido…

Y el paraíso se abrió paso en la tierra; y el hechizo, en todo su esplendor, me arrastró, me empujó, me quemó… Y se me llenaron de sensaciones indescriptibles el alma, la piel y todo a mi alrededor…

Mujer de sueños, mujer de verdad, mujer hecha de maravillas para atesorar… Mujer sensible, mujer de fuego, mujer que guardas la gloria entre tus caderas…

Y te fuiste un día…

Te fuiste, sí… pero estás, estás aquí… habitas en mis entrañas, circulas en mis venas… protagonizas todos mis sueños…

Milagro hecho mujer… misterio para descifrar… tan lejos y tan cerca… tan eterna, y tan fugaz…

Apareces y luego… luego te escurres como agua entre los dedos, luego te evaporas como alcohol sobre el fuego que dejas en mi piel y en mi corazón…

Te vas, pero no te suelto… te alejas, pero no me voy… te pierdes, pero te encuentro… te hundes, y caigo con vos…

Pero dónde nace un placer, brota una culpa; dónde hay una certeza, florece una duda; dónde vuela un suspiro, se escucha un lamento; dónde amanece un amor, anochece una amiga…

Y pongo una tormenta de besos en el aire que te envuelve, y traigo kilómetros de lluvia por si tienes sed…

Y guardo abrazos que abrigan, por si tienes frío; y desbordo ternura que embriaga, por si te falta amor…

Y traigo pétalos en los dedos, por si necesitas caricias; y vengo quemando el aire, por si necesitas pasión…

Y junto momentos para regalarte, por si te sientes sola; y arrastro toneladas de fuerza, por si te sientes flaquear…

Y tengo ausencias, por si quieres soledad; y junto sueños, por si quieres volar…

Y pongo el alma entre tus manos, y compro todos los números en la rifa de tu emoción…

Y sólo quiero…

Sólo quiero desembalar tu corazón…


María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/


sábado, 3 de septiembre de 2011

Política y Globalización: Más reflexiones sobre pobreza, desigualdad y exclusión en la escuela de hoy

    El siglo XX es un período de grandes revoluciones, avances tecnológicos y científicos, conflictos bélicos locales e internacionales, que produjeron profundas transformaciones en el modo de entender la realidad y así en  las subjetividades de los hombres actuales. De este modo, los sistemas políticos, sociales, económicos y educativos han ido evolucionando desde una Sociedad Industrial hacia una Sociedad Informatizada e integrada a través del avance de los medios de comunicación y el fenómeno de la globalización.
    En nuestro país, desde su conformación como Estado-nación, la educación ha desempeñado funciones orientadas sobre un eje político o económico, de acuerdo con la evolución de los diferentes sistemas políticos adoptados por  los Estados Liberales, Benefactores, Autoritarios o Neoliberales que se han sucedido.
    La globalización es un fenómeno que se inicia en la década de 1970, luego de la caída del Estado de Bienestar. La crisis del mismo, la globalización y el neoliberalismo son tres procesos que se dan juntos. Con el neoliberalismo asistimos a un Estado ausente, por ello, frente la debilidad del Estado-Nación, los países se unen, se produce una regionalización y organización global con la intención de alcanzar un mayor grado de protección. Esto marca el término de la Sociedad Industrial, que se fue desglosando para dar paso a una Sociedad de la Información sustentada por las nuevas tecnologías vinculadas con la comunicación y la informática. La revolución informática es la que permite confirmar el hecho de que el mundo, o al menos su parte más rica, se esté convirtiendo en un único escenario social y económico, pues las comunicaciones electrónicas hacen desaparecer los límites de la distancia y el tiempo en las acciones de las organizaciones sociales. De este modo, la comprensión de la dimensión espacio-temporal resulta transformada, dejando de ser una barrera rígida, y percibiéndose como una contracción del mundo que incluye la desaparición de las fronteras geográficas por efecto de la actividad económica y las redes institucionalizadas de vínculos a nivel mundial. El concepto de globalización también ha sido concebido como una acción a distancia, según la cual la acción de los sujetos sociales en un ámbito local llega a tener consecuencias significativas para sujetos lejanos. Esto implica la interdependencia entre las economías y sociedades del mundo, pues lo que ocurre fuera de las fronteras nacionales termina por tener impacto también en el ámbito interno y viceversa. Así los Estados y las sociedades quedan inmersos en un sistema de redes interconectadas que cubren todo el mundo.
    Dado que gran parte de la población no tiene acceso a los nuevos sistemas de comunicación que ponen en contacto a culturas y personas muy distantes, queda excluida de los beneficios de la globalización. Por lo tanto éste fenómeno no es universal y por ello, resulta perturbador y produce vigorosos rechazos. Esas perturbaciones alcanzaron su expresión más completa en el terreno financiero, ampliando considerablemente la brecha entre los países pobres y los ricos; y de este modo, han aumentado las desigualdades y los procesos de exclusión.
    La pobreza, como factor que incide sobre las posibilidades de educación; la exclusión de los sistemas educativos en sus diferentes formas de manifestación; y la desigualdad frente a las oportunidades de inserción en este mundo globalizado; son factores que preocupan a los miembros del sistema educativo actual y consideramos necesario reflexionar acerca de ellos para poder contribuir a su desnaturalización desde la educación.
    En relación a las transformaciones que han sufrido las subjetividades de los hombres de ésta época podemos decir que la ausencia de paradigmas es otra consecuencia y/o característica de la globalización, es decir, la ausencia de proyectos. También se está  produciendo una anomia social, falta de normas internas y de construcción social sobre los valores. La comunicación se ha vuelto un fenómeno más individual, menos real, es decir, de característica virtual. Por lo tanto, surge la contradicción de que, estando en el apogeo de los medios de comunicación, de la era informatizada, en otro sentido prima la incomunicación y la despersonalización. Por otro lado, Los sujetos viven un presente continuo en la búsqueda de la satisfacción inmediata, con una tendencial ausencia del pasado histórico. Las pautas que regían las relaciones humanas han cambiado, se produce la ruptura con los vínculos intergeneracionales.  Por último, también cabe destacar que la globalización de la cultura significa una fuerte tendencia a la homogeneización, hecho que actuaría en detrimento de la misma, empobreciéndola, pues en la diversidad cultural radica su riqueza.
    La política educativa debe ser analizada en relación a las demás políticas sociales. Aunque se pretendiera implementar una política educativa democrática, tendiente a superar las injusticias que los sistemas reproducen, los resultados de dicha política se verían seriamente comprometidos si no fueran acompañados  por todas las otras políticas sociales relacionadas con salud, alimentación, vivienda, etc.
    La pobreza es un factor que incide notablemente sobre las posibilidades con que cuenta la educación para llevar a cabo de forma adecuada sus funciones. Cuando las políticas sociales son inadecuadas o insuficientes, la educación también resulta afectada.  El sistema educativo refleja el sistema social y todo cambio en el sistema educativo trasciende los límites de éste porque implica intencionalidad de cambios sociales.
    El sistema educativo también es afectado por otras políticas o ideologías del Estado imperante. En la actualidad, a consecuencia de ello, el sistema educativo de nuestro país sufre procesos de descentralización y desregulación.
    La descentralización, materializada a través de las políticas subsidiarias mediante la transferencia de escuelas, en primer término, primarias y posteriormente de educación media[1];  responde a los intereses dominantes de los grupos neoconservadores y sus razones económicas. Si la educación se somete a las reglas del mercado es lógico que cada estrato social logrará niveles y calidad de educación acordes a su capacidad económica. Así, la escuela discriminaría negativamente a los pobres. Sin la intervención reguladora del Estado tal situación tiende a reproducirse indefinidamente. Sólo el Estado puede operar en la distribución de recursos que compense esos desequilibrios sociales. El mercado jamás compensará estas desigualdades sino que las reproducirá, o peor aún, las agravará.
    La desregulación de las escuelas está vinculada estrechamente con la política de la subsidiariedad de las corrientes de pensamiento económico liberal o neoconservador que deja librado al mercado las prestaciones sociales que antes brindaba el Estado Benefactor. Si el Estado asume un papel subsidiario resulta congruente que dentro de esa lógica facilite la acción de los particulares, que suprima las regulaciones, que se abstenga de controlar.
    Por otro lado, las fuertes desigualdades de tipo socio-cultural no son atendidas adecuadamente por la escuela, que detrás de una ilusión de “igualdad de oportunidades”, esconde valoraciones de meritocracia y  de éxito basado exclusivamente en el esfuerzo personal que conducen al fracaso escolar, lo que resulta en otra forma de exclusión, de excluir incluyendo.
    Cabe destacar y reflexionar acerca de que un  sistema no es democrático por el simple hecho de asegurar la posibilidad del sufragio universal. Cuando la democracia pierde su interés igualitario se transforma en un mero mecanismo formal de constitución y organización del poder político. Un régimen democrático debe caracterizarse por el esfuerzo que realiza para superar la desigualdad de condiciones de los ciudadanos, para hacer efectiva una mayor igualdad de oportunidades, asegurando una distribución más equitativa de los recursos mediante una adecuada política fiscal y del gasto público. Un modelo político-económico que en vez de tender a superar las desigualdades, las ahonda, las profundiza, es antidemocrático.
    Las sociedades desarrolladas se enfrentan al reto de ser sociedades multiculturales y de hacer de ello una oportunidad de crecimiento colectivo y no una nueva ocasión de conflicto y exclusión. Es necesario que los diferentes grupos culturales, étnicos, laborales, de edad, etcétera, encuentren la manera de expresarse y de colaborar en una sociedad plural. El individualismo, la insolidaridad y la competencia son valores presentes en la escuela de hoy que no favorecen el desarrollo de la sociedad de nuestra época.
    Aunque estamos lejos de la tradición normalista, positivista, de mandato homogeneizador del sistema educativo argentino en sus orígenes, en el que por mucho tiempo se cumplió una labor de legitimar la marginación;  donde sólo podían asistir los chicos “normales”, es decir, que respondían a las medias físicas, psíquicas e intelectuales; donde primaban las distinciones de orden meritocrático; donde los la exclusión se extendía también a considerar la diversidad cultural en los mismos términos de la discapacidad; aún asi, hoy en día aún persisten muchas de éstas prácticas a consecuencias de su naturalización.
    Esto nos hace reflexionar acerca de lo implacable que es la selectividad de la mirada cotidiana y, por ende, del esfuerzo que implica la posibilidad de reconocer o percibir los acontecimientos que deben ser objeto de transformaciones, en nuestro caso, del sistema educativo. Lo cotidiano se naturaliza y se vuelve normal aunque no lo sea. Los docentes deberíamos mantenernos alertas para evitar este tipo de tendencias. La selectividad de la mirada también actúa movida por el sentido moral. Determinados acontecimientos se vuelven llamativos, chocantes o placenteros cuando entran en conflicto o van al encuentro de valores instituidos social y subjetivamente. Por ello, desde la escuela, podemos contribuir en la formación ética de los ciudadanos. Esta función importantísima de la escuela en la construcción de sentidos y significados que guían nuestra acción moral es la que abre las puertas a la posibilidad de transformar algunos aspectos de la sociedad, donde la diferencia sea un mecanismo de construcción de nuestra autonomía y nuestra libertad, no la excusa para profundizar las desigualdades sociales, económicas y políticas.
    Cuando caemos en la tendencia reproductiva de la escuela tradicional normalista, no hay posibilidad de cambio. Los docentes debemos encontrar los intersticios del sistema que nos permitan operar hacia el cambio, aprovechar las posibilidades de encuentro intergeneracional que ofrece la educación para influir en la formación de ciudadanos más conscientes y críticos de su realidad circundante.
    El mundo que hemos construido es extremadamente complejo. Para poder acercarnos a una mayor comprensión de la realidad debemos indagar acerca de los procesos históricos que son los cimientos sobre los que actualmente seguimos construyendo. Para ello es necesario considerar desde los más amplio e internacional, hasta llegar a lo nacional y luego a lo más local y cercano.
    Creo en la posibilidad de aspirar a un mundo cada vez mejor, y apuesto a la educación como uno de los medios para aportar mi grano de arena. Para cambiar algo primero hay que identificar lo que podría mejorarse, saber qué y luego saber cómo hacerlo. Para ello, es imprescindible un conocimiento profundo de nuestro sistema educativo y de los aspectos políticos, sociales y económicos que, como vimos, están estrechamente ligados, ya no sólo a nivel nacional pues vivimos en un mundo globalizado que compromete a todos los Estados-nación.
    Para aspirar a un futuro mejor es necesario ocuparse del presente y para ello es necesario remontarse al pasado pues los hechos históricos integran el tejido que constituye el presente, y ambos son la base sobre la que edificaremos el futuro.
    A pesar de vivir en un mundo globalizado, supuestamente cada vez más integrador, vemos que la realidad es diferente, que no todos los miembros de la sociedad tienen las mismas posibilidades ni las mismas oportunidades de acceso a los bienes culturales y/o a la participación. La sociedad actual está fragmentada; la pobreza, la desigualdad y la exclusión están naturalizadas en muchos ámbitos sociales, entre ellos la escuela. Desde el sistema educativo, como docentes, debemos reflexionar sobre las prácticas que acentúan la  desigualdad y la exclusión, contribuyendo de este modo a deslegitimizarlas a través, no sólo  de nuestras actitudes personales, sino también  desde nuestra participación en la formación de ciudadanos críticos y responsables sobre la construcción del futuro, con valores éticos que entren en conflicto con dichas prácticas.
María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/





[1]  La transferencia de las escuelas primarias y de adultos a las diversas jurisdicciones se inició en 1968, se revirtió en 1973 y se ejecutó a partir de 1978. Este proceso prosigue y se profundiza con la Ley por la que se transfieren a las jurisdicciones de las escuelas de educación media y culminará, tal vez en corto plazo,  con la transferencia de la totalidad de escuelas e institutos superiores.


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