Si algo tiene de perfecto la especie humana, es la variabilidad. Está unido a nosotros, desde la primera meiosis y en cada copia siempre hay algo nuevo. El azar vive en nuestros genes. Muchos pensadores opinaban: “Si de algo estoy seguro, es del cambio”. Nuestro Universo está unido a este tipo de modificaciones constantes. Predecir un suceso se torna extremadamente complicado, ya que cuanto más extensa es la situación que se analice, más se apilan las variables; y todas las probabilidades de analizar una futura acción llegan a su máximo cuando el objeto de estudio es el ser humano.
El azar domina esta especie de manera tal que las estadísticas caen rendidas a sus pies, en él se encuentra la esencia de toda variable, y es la razón la máquina perfecta de interpretar y construir hechos, pero con tantas variantes dentro de su ser, necesita colocar al mundo a su semejanza. El estilo más frecuente de diversión es el juego, y cuanto más cantidades de opciones haya, el premio resulta mayor al igual que la diversión; pero frente a una interpretación de un obrar con el aumento de chances, en general aumenta la lógica y de esa manera la victoria.
Teniendo en cuenta estos aspectos, donde ningún humano piensa igual a otro y si a todo lo explicado le ingresamos la absorción de la educación familiar, llegamos a la conclusión que llegó Charly García: “Cada cual tiene un triple en el bocho, difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo”. Aquí encontramos la mayor de las realidades que da origen a la hambruna, el homo sapiens no puede ponerse de acuerdo con su par, por lo tanto: ¿Cómo querer conformar una sociedad, tan distinta en definiciones de términos?
Cuando deseamos interpretar una sociedad mejor, una gran parte de la población mundial admira a las potencias y en especial a Suiza; pero ¿qué hace a este país tan diferente para ser admirado por tantos?, me atrevo a opinar que es la linealidad y el sentido común; un lugar donde no hay pobres (en el total significado de la palabra), es esto lo que hace a una sociedad mejor, todos con las mismas oportunidades, todos con una educación familiar más compacta con respecto a los valores que nos rodean (personas y cosas) y sobre todas las cosas el ayudar al débil sin que el más débil abuse de esa ayuda. Estos aspectos son los que lograron colocar a este país entre otros sobre el resto; no son las riquezas, ni el fenotipo de las personas, el secreto de su éxito se obtuvo por la linealidad social.
Pero ¿cómo lograr que esta linealidad no se mezcle con la envidia, la codicia? que como lo determinaron los religiosos sociales (con sus conexiones, con la superioridad) son tan destructoras que las llamaron pecado. Este acertijo que resulta tan simple, es el más complicado que tiene la humanidad; esa misma humanidad creadora de acertijos tan grandes que ocupó en ciertos casos el lugar de alma máter. Pero las conductas humanas se transforman dentro de las variantes fijadas, en dominantes; todos desean ser los machos alfa, pero lo que no ven es que no dejan de ser corderos frente a su anhelo. Todos consideramos que la razón nos pertenece, cuando no la aplicamos.
Esa carencia que nos crearon esos corderos, donde todo pasa por el poder, nos hundió como sociedad, en esa sociedad donde poseer las mejores cosas resulta interminable. Ejemplos al respecto es lo que sobran, los cuales no se pueden dejar de lado; de esta manera, usted como lector, podrá comprender mejor mi punto.
La naturaleza busca obtener un equilibrio, y bajo esta ley natural, nos enfrentamos con la balanza social que, al encontrarse desequilibrada, nos pone frente al hecho de que el que mucho tiene, es porque a otro mucho le falta, concluyendo en la premisa de que un vientre sea lo que determine un futuro.
Para terminar también quisiera destacar una frase que Smith le dice a Morfeo en la película Matrix: “La raza humana es la única plaga que se autodestruye…”, una frase de las más ciertas que escuché en mi vida, ya que otras especies se autoconservan. Frente a esta plaga, destructora natural y consigo misma, se encuentra la razón, esa misma razón con tantas variantes, donde las conductas que se expresan son tan dispersas que no tienen ni principio, ni fin. Logrando un abuso de conducción, desde los amo de la hambruna hacia los hambrientos, en toda la amplia gama. Esto en nuestro País se vio siempre desde Ramón Falcón (asesino de obreros abusados) y Simón Radowisky (asesino del asesino de los obreros abusados) y en el transcurso del tiempo, que remarca la identidad social en una mayoría, a uno de estos personajes se los premió con el nombre al mejor auto de fabricación local, y también a escuelas, calles y avenidas. Al ver los resultados, de un siglo a otro, es muy simple determinar lo que vivimos en el presente, con esta variabilidad en las conductas y debido al alto aumento poblacional, aumentada inimaginablemente.
Sólo opino que hay un único camino para detener la hambruna y es el amor, el sentido común libre de conducciones codiciosas, y el respeto que nos debemos por ser parte de una misma especie, y con este mismo respeto poder llegar a equilibrar nuestra balanza social, donde en el pasado queden los amos de la hambruna y los hambrientos, para encontrarnos con las mismas posibilidades de igualdad, esa palabra tan negada.
El Fantasma de la B
—Mariposas de concupiscencia aleteando en la mirada—Miradas turbadas y ansiosas que vienen y van—Van por las sombras, pero no ceden ni se niegan—Negación que exacerba el deseo—Deseo que, cual fruta madura, se huele—Olor dulce que entibia el aire que nos envuelve—Envoltura que nos deja mudas—Mudas y llenas de palabras—Palabras urgentes y prohibidas—Prohibidas y secretas como nuestra emoción—Emociones que penetran en los huesos y juegan a las escondidas—Escondidas que prueban todos los rincones—Rincones donde amarse sin límites—Límites que no logran frenar tantas ansias—Ansias que galopan—Galope que cuanto más se reprime, más se agiganta—Agiganta a cada minuto la llama que consume—Consume pero no extingue el fuego—Fuego lento de suspiro que arde—Ardor de deseo que carcome—Carcome en una espera cargada de dudas y anhelos—Anhelos vibrantes que queman la piel—Piel que espera, piel que sueña—Sueños con miedo—Miedo de soñar—Sueños para ocultar, sueños mágicos, sueños que otros condenan—Condena dulce de amor—Amor que carece de oídos para la razón—Razón que no gana cualquier batalla al corazón—Corazón que no se rinde, corazón que no sabe de ley, corazón que ama en silencio—Silencio que estruja el alma y amenaza—Amenaza que muerde, pero no mata—Muerte que sólo asoma su guadaña si te alejas—Alejarte, acercarte, y otra vez la distancia de estas cadenas—Cadenas que duelen entre sombras de hielo—Hielo que se derrite, que se escurre gota a gota ante mi hoguera—Hoguera que sólo sabe de tus aguas para menguar su sed—Sed de tus besos, hambre de tu calor, necesidad de tu luz—Luces de estrellas titilantes que hacen a los ojos volverse—Volver, sí, porque no hay represa que contenga este mar—Mar de fuego que abrasa—Abrazo que sólo busca tu silueta—Silueta que a su paso enciende mis sentidos—Sentidos que encuentran fragancias e inspiraciones hasta en tus sombras—Sombra de amor que late—Latido subrepticio que ya no puede ocultarse—Ocultar el deseo pero imposible dejar de desear—Deseo copioso que fluye en las venas—Venas que palpitan y espesan la sangre—Sangre que escribe en el cuerpo erizado—Erizada la vida en piel, encendida la magia en el querer—Querer que no sabe de olvido—Olvido que rasguña, que se resiste—Resistencia débil que cede ante tus manos—Manos de seda y fuego, que hacen delirar—Delirio sutil de pasión febril—Fiebre de verano eterno—Eternidad de ternura para temblarla entre tus brazos—Brazos de paraíso—Paraíso donde quiero respirar—Respirar y beber de tu piel—Piel censurada—Censura que no ignora—Ignorancia ciega que ha recibido el flechazo de la lujuria—Lujuria que no perdona—Perdón que no extravía—Extravío que no llega—No llega más que a tu puerto—Puerto de vida, jamás de olvido—Olvidar, nunca—
