Mi musa
está callada
Salada, seca,
vacía su cicatriz
Pero me ha prestado su fuente
Me ha dejado su puñal
La daga con que derrota a la muerte
El filo
que penetra su carne
El estilete
que derrama su tinta
Aquí lo
tengo clavado
Hoja de
acero que ahora está en mi herida
Con sangre
escribo su dolor
Ahora no
es ella la musa
Ahora la
musa soy yo.
María
Eugenia Rojas
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