El país se
paraliza (¿o se moviliza?) para rendir homenaje a los veteranos y soldados
caídos durante la Guerra de Malvinas, conflicto bélico armado protagonizado por
nuestro país y el Reino Unido de Gran Bretaña, en las Islas Malvinas, Georgias
del Sur y Sandwich del Sur.
La guerra
comenzó hace 30 años atrás, un 2 de abril de 1982, día del desembarco argentino
en las islas. Y culminó el 14 de junio de ese mismo año, fecha del cese de
hostilidades, lo que conllevó a la reconquista de los tres archipiélagos por
parte del Reino Unido.
Dichos
archipiélagos se encuentran en la plataforma continental argentina, bañados por
nuestro mar, formando parte de la provincia argentina de Tierra del Fuego, Antártida
e Islas del Atlántico Sur. Y aunque nadie duda que son tierras argentinas,
actualmente se encuentran ocupadas por la potencia invasora con la que se
inició el conflicto armado.
No
obstante, consideramos que se trató de una guerra injusta e infame, donde los
principales enemigos no se encontraron entre las filas del bando opuesto sino
entre nuestros supuestos hermanos. Una guerra que surge en el contexto de la
última Dictadura Militar, durante el más aberrante terrorismo de Estado que ha sufrido
nuestro país. Una guerra que fue el corolario que evidenció la impotencia
militar, no sólo para gobernar, sino también para cumplir la función para la
que fueron instruidos. Una guerra donde no se hicieron ni un raspón los
generales y coroneles argentinos que la declararon prometiendo derramar hasta
la última gota de sangre por una causa que consideraban justa. Ni siquiera
sacaron sus pies del continente aquellos responsables del inicio de esta
guerra, en la que los jóvenes conscriptos murieron más por frío y hambre que
por el estallido de las bombas o bajo las balas del enemigo. Allí los mandaron,
desabrigados, desprovistos de armas y en la peor de las condiciones, a esos
muchachitos, casi niños, que se encontraban cumpliendo por aquellas épocas el ya
abolido servicio militar obligatorio.
Si bien,
cualquier guerra significa una pérdida tanto para vencedores como para
vencidos, la derrota en Malvinas nos dejó un triunfo: precipitó la caída de las
Juntas militares que había instaurado un reinado de infamia y terror en nuestro
país.
Esta fecha
es buen momento para reflexionar sobre el país que queremos, sobre el valor de
la vida humana y sobre la mejor forma de dar la vida por la patria, que no es
muriendo en una guerra absurda, sino trabajando todos los días para engrandecer
nuestro país, dejando un legado desde el lugar que nos toque, ofreciendo
nuestro aporte, nuestro grano de arena por un futuro mejor para nosotros y para
las nuevas generaciones venideras.
Para
finalizar, los dejo con la pregunta: ¿Qué patria imaginaríamos si la
conmemoración de la guerra no fuera el 2 de abril sino el 14 de junio, fecha,
no de su inicio, sino de su finalización? A treinta años, aunque incomode, creo
vale la pena preguntárselo, porque habla mucho de nosotros…
María
Eugenia Rojas
![]() |
Jóvenes soldados camino a Malvinas |
0 comentarios:
Publicar un comentario