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domingo, 8 de abril de 2012

Enciclopedismo y Educación


El enciclopedismo se trata de un de las formas más frecuentes de abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje en el sistema educativo. Sábato[1] ha hecho alusión a esta forma de entender la educación como uno de los “males” o principales obstáculos para la formación de sujetos integrales.
El enciclopedismo se basa en propuestas de trabajo mecánicas, repetitivas, donde prima el aprendizaje memorístico, acrítico e irreflexivo, donde el mérito del alumno radica en su éxito para reproducir fielmente una ciencia hecha, las palabras de otros o listas de nombres, fechas o símbolos, que por lo general carecen de significado para él, es decir, están vacíos de contenido que puedan ser asimilados en una red conceptual previa. El enciclopedismo no es formación sino información. El alumno memoriza datos que luego olvida rápidamente porque no puede darles sentido. Por lo tanto, no comprende y no aprende. Esta visión de la enseñanza parece sustentarse en la idea de que el alumno llega a las aulas como tábula rasa, vacío de todo conocimiento y por lo tanto se le debe “inyectar” la información básica que debe manejar. Sabemos que esto no es así y que saber de memoria no es saber.
Desde mi experiencia personal, puedo decir sin temor a faltar en absoluto a la verdad que he pasado todo mi nivel primario y los primeros años del nivel secundario estudiando de memoria, palabra por palabra, con puntos y comas. Y ha sido así no por propia iniciativa, sino por la presencia constante de profesores que estimulaban este tipo de metodologías memorísticas que aunque no resultaran más que para saber efímeramente sin saber, conducían sin fallar al premio de las mejores calificaciones, las cuales siempre eran obtenidas por los más avezados en la tarea de repetir al mejor estilo loro.
Continuando con el enciclopedismo y sus consecuencias, invito a reflexionar también sobre el peligro de encarar una enseñanza basada en definiciones abstractas, defendidas a rajatabla en pos de mantener el rigor científico, invalidando así cualquier tipo de conocimiento intuitivo, práctico o cotidiano. Si bien la educación debe propiciar un buen uso de los conceptos básicos, la exageración en esta premisa conduce a que el alumno termine por descartar sus propias conceptualizaciones, no comprenda las elaboradas rigurosamente por las disciplinas, termine ignorando hasta lo más básico, y dominando incluso menos de lo que puede saber un lego que carece de instrucción formal para la materia en cuestión pero que domina la práctica concreta.
De todos modos, el problema no está en el enciclopedismo en sí mismo sino en su exacerbación. Yo creo que es necesario aprender de memoria algunas cosas que sirvan como soporte, armazón de una estructura que luego hay que ir rellenando con significados que se vayan integrando en ese gran mapa conceptual que debería construirse a lo largo de la escolarización básica. Además, muchos contenidos memorísticos van adquiriendo significado a lo largo del tiempo y del proceso de formación, con la maduración personal y la comprensión de otras realidades parciales que luego se integran. Por ello, creo que el enciclopedismo riguroso no construye sujetos pensantes por sí mismos, pero tampoco es cuestión de erradicarlo por completo. Como en todo, la mesura y/o la justa medida son parte importante a tener en cuenta en cualquier receta…
La educación es el proceso por el cual los sujetos adquieren herramientas conceptuales, actitudinales y procedimentales valoradas por su contexto social y que contribuyen a su inserción en la cultura y a su formación como seres pensantes, críticos, autónomos, capaces de comprender su realidad circundante, interactuar en su medio y desarrollarse para conocer y ampliar el legado cultural que reciben.
En el proceso educativo, además de aprendices o alumnos, también  intervienen enseñantes cuya tarea consiste en brindar esas herramientas favoreciendo su aprendizaje y estimulándolo con hechos claves, desencadenantes, partiendo de interrogantes y no de respuestas ya elaboradas, suscitando el asombro, de modo que permitan a los alumnos participar en el descubrimiento, la exploración y la invención de los saberes.

María Eugenia Rojas




[1] SÁBATO, E.: “Sobre los males de la Educación”. En: Apologías y rechazos, Seix Barral, Buenos Aires, 1993.

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