A mi Musa, que escribe en mi alma y me regala el tintero de su corazón...
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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Como quien no quiere la cosa...

Como quien no quiere la cosa,
mis coordenadas te envié…
Tardecita de verano, sola en un bar,
te imaginé, te pensé...
y en el aire mi deseo te derrramé…

Con mi alma en tu alma atada,
y el aire surcado por mensajes de amor,
criatura de bella risa, en mis oídos sonabas,
cual embriagadora melodía de sirena,
mientras una dulce voz, por mí, a ti te cantaba:

“¡Qué bonito cuando te veo ahí!
¡Qué bonito cuando te siento,
qué bonito pensar que estás aquí, junto a mí!
¡Qué bonito cuando me hablas, aayy,
Qué bonito cuando te callas!...”

Y como quien sí quiere la cosa,
te esperé… como toda la vida te esperaría…
Y te soñé… y te amé… y te extrañé…
Y te llamé con el alma,
Pero no pudiste escuchar…

Y como quien sí quiere la cosa,
entre tanta cara extraña te busqué,
y en cada taxi que paró, tu descenso anhelé.
Y me ahogué entre gotas saladas,
amargas, doradas…

Y te esperé… y te esperé…
Y ese día, sin presencia ni respuesta,
ni aquella puerta pudo adornar tu silueta,
ni hubo más que una fría copa entre mis labios,
ni estas manos, pudieron acariciar más que el húmedo papel.


María Eugenia Rojas


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