A mi Musa, que escribe en mi alma y me regala el tintero de su corazón...
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martes, 27 de marzo de 2012

En tus manos...


En tus manos me vuelvo pequeña, me pierdo en la inmensidad del poder que ejercen sobre mí. A veces siento que quepo en tu puño o que entre tus manos abiertas me tomas y me puedes guardar. Me encojo para que tus manos me envuelvan, me vuelvo volátil, efímera; me deshojo en mil suspiros que derraman y esfuman mi materialidad. A veces me vuelvo sólo alma, sólo sentir, porque entre tus manos se expande mi existencia etérea, me vuelvo luz, me hago agua, fuego, arcilla y corazón.
En tus manos soy de papel, me pliegas, me armas y desarmas, me tienes entera cuando me alcanzas con las yemas de tus dedos. Tus manos me abrigan, me transportan, me cuidan. A veces siento que quiero fundirme en tus manos, ser parte de ellas, quedarme a vivir allí, prendida de tu calor, adherida a la piel de terciopelo de esas beldades que agitas cual alas de mariposa, portadoras de magia y de un sinfín de sueños que atraviesan mi emoción y dan vida hasta a la más recóndita fibra de mi corazón.
En tus manos se desvanece el mundo y ya nada puede dañarme, allí no hay peligro alguno porque en tus manos es todo cálido, suave y tierno. Cuando me acurruco en tus manos, no existe nada más que tú y yo, y me parece que soy niña otra vez, que estoy indefensa, sin embargo, no siento ningún temor. A veces me parece que me desarmo cual flor bajo tu caricia, pero que luego me cubres nuevamente con los pétalos que traes en la punta de los dedos. Bajo tus manos quiero dormir, con ellas quiero volar, en ellas te quiero sentir, sin ellas no entiendo de qué forma se puede vivir.

María Eugenia Rojas



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