A mi Musa, que escribe en mi alma y me regala el tintero de su corazón...
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domingo, 4 de septiembre de 2011

¿Cómo estás?

   ¿Cuántas veces al día pronunciamos estas palabras? Deben ser las que más hemos repetido en nuestras vidas; y también las que más hemos oído… Pero, aunque las más dichas, aunque las más escuchadas; también las más vacías, las más carentes de sentido.
    A diario iniciamos una conversación empleando esta pregunta. Cada vez que nos encontramos con alguien, surge esta inevitable interrogación. Sin embargo, ¿alguien quiere saber realmente cómo estamos?, ¿de verdad queremos que los demás nos contesten esa pregunta? Pues la verdad, en ambos casos, es que no. Preguntamos, pero no esperamos respuesta; nos preguntan, pero no nos quieren escuchar…
    ¿Cómo estás? Se ha convertido en el mejor ejemplo de pregunta retórica… ese tipo de interrogación que no espera respuesta alguna. Son palabras que fluyen de nuestros labios por la inercia que le otorga la costumbre, la cotidianeidad, la habituación, la reproducción irreflexiva de la conducta aprendida…
    Con la misma insensibilidad, con la misma mecanización, respondemos “Bien, ¿y vos?” Con lo cual, el diálogo de sordos continúa… Y nada nos hace ruido, y nos sentimos muy bien de poder estar entablando una conversación con alguien...
    Y por lo general, todo marcha como corresponde cuando seguimos esta corriente y no desencajamos a nadie corriéndolo de la plantilla preformada que ya tiene diseñada, la cual le indica cómo es un diálogo “normal”…
    Creo que si alguna vez contestáramos literalmente y dijéramos la verdad de cómo estamos, pues el receptor en cuestión dudo que volviera a acercarse a intentar un nuevo diálogo con nosotros…
    A veces, ni siquiera contestamos… o ni siquiera obtenemos respuesta a esa pregunta. Nos hablan de otra cosa, y vamos directo al grano con la cuestión práctica que realmente nos convoca para comenzar a charlar. Esto es más sincero que perder el tiempo en ensayar preguntas y respuestas para quedar bien, para cumplir con la norma usual; o para disfrazar el tsunami de emociones que escondemos, o toda la complejidad que somos y que no puede resumirse detrás de un “Bien” que nada dice. Si de verdad deberíamos responder a la pregunta de ¿Cómo estamos?, aunque estemos bien, pues no podríamos evitar robar una buena porción de tiempo valioso al prójimo que siempre anda apurado…
    La cuestión, no es dejar de preguntar o dejar de contestar de estas maneras. Estoy hablando sobre este tema, porque la mayoría de las veces no reparamos en detalles aparentemente tan triviales, ni en éstos ni en muchos otros…
    Soy consciente de la sociedad y de la cultura en la que estoy inmersa, soy consciente de que muchas cosas que hacemos y decimos no tienen en realidad el sentido que parecen tener…
    ¿Cómo estás? Es, en la mayoría de los casos, sólo una excusa para iniciar una conversación, parte de una serie de formalidades que hemos incorporado, pero que poco tienen del sentido real que quizás alguna vez tuvieron o pretendieron tener…
    Sin embargo… hace poco, como tantas veces, me preguntaron ¿cómo estás? Y yo ignoré, pasé por alto la pregunta, contesté hablando de otras cosas… Esa vez, fue la primera que alguien me sorprendió replicando con un “Pero no me dijiste cómo estás” En mis casi 32 años, sólo una persona -de las miles que ya habré conocido, de las miles con las que ya habré dialogado- repreguntó cuando no obtuvo respuesta, demostró que realmente no preguntaba por preguntar… Y ¿te cuento algo? No me sentí desencajada… No me sacaron del eje… No me desestabilizaron moviéndome de la dirección esperable de lo que conocemos como conversación “normal”… La verdad es que no me sentí más que gratamente sorprendida… Y no pude más que brindarme, y devolver la misma sensibilidad… Y si eso me hizo “perder” tiempo, pues quiero perderlo más a menudo…
    Probá vos también… no te digo que salgas a contestar a otro lo que no quiere escuchar; primero tenés que dar, y vas a comprobar que vuelve multiplicado… Vas a ver que no te miento, que el mundo puede ser un lugar más ameno, más compartido, más gratificante, si de vez en cuando preguntamos ¿Cómo estás? y no nos conformamos con un Bien, sea pronunciado o sea mudo…

María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/

Detrás de la máscara del "Bien, ¿vos?'", ¿Cómo estamos? ¿Qué nos pasa? ¿Quiénes somos?

3 comentarios:

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