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sábado, 3 de septiembre de 2011

Política y Globalización: Más reflexiones sobre pobreza, desigualdad y exclusión en la escuela de hoy

    El siglo XX es un período de grandes revoluciones, avances tecnológicos y científicos, conflictos bélicos locales e internacionales, que produjeron profundas transformaciones en el modo de entender la realidad y así en  las subjetividades de los hombres actuales. De este modo, los sistemas políticos, sociales, económicos y educativos han ido evolucionando desde una Sociedad Industrial hacia una Sociedad Informatizada e integrada a través del avance de los medios de comunicación y el fenómeno de la globalización.
    En nuestro país, desde su conformación como Estado-nación, la educación ha desempeñado funciones orientadas sobre un eje político o económico, de acuerdo con la evolución de los diferentes sistemas políticos adoptados por  los Estados Liberales, Benefactores, Autoritarios o Neoliberales que se han sucedido.
    La globalización es un fenómeno que se inicia en la década de 1970, luego de la caída del Estado de Bienestar. La crisis del mismo, la globalización y el neoliberalismo son tres procesos que se dan juntos. Con el neoliberalismo asistimos a un Estado ausente, por ello, frente la debilidad del Estado-Nación, los países se unen, se produce una regionalización y organización global con la intención de alcanzar un mayor grado de protección. Esto marca el término de la Sociedad Industrial, que se fue desglosando para dar paso a una Sociedad de la Información sustentada por las nuevas tecnologías vinculadas con la comunicación y la informática. La revolución informática es la que permite confirmar el hecho de que el mundo, o al menos su parte más rica, se esté convirtiendo en un único escenario social y económico, pues las comunicaciones electrónicas hacen desaparecer los límites de la distancia y el tiempo en las acciones de las organizaciones sociales. De este modo, la comprensión de la dimensión espacio-temporal resulta transformada, dejando de ser una barrera rígida, y percibiéndose como una contracción del mundo que incluye la desaparición de las fronteras geográficas por efecto de la actividad económica y las redes institucionalizadas de vínculos a nivel mundial. El concepto de globalización también ha sido concebido como una acción a distancia, según la cual la acción de los sujetos sociales en un ámbito local llega a tener consecuencias significativas para sujetos lejanos. Esto implica la interdependencia entre las economías y sociedades del mundo, pues lo que ocurre fuera de las fronteras nacionales termina por tener impacto también en el ámbito interno y viceversa. Así los Estados y las sociedades quedan inmersos en un sistema de redes interconectadas que cubren todo el mundo.
    Dado que gran parte de la población no tiene acceso a los nuevos sistemas de comunicación que ponen en contacto a culturas y personas muy distantes, queda excluida de los beneficios de la globalización. Por lo tanto éste fenómeno no es universal y por ello, resulta perturbador y produce vigorosos rechazos. Esas perturbaciones alcanzaron su expresión más completa en el terreno financiero, ampliando considerablemente la brecha entre los países pobres y los ricos; y de este modo, han aumentado las desigualdades y los procesos de exclusión.
    La pobreza, como factor que incide sobre las posibilidades de educación; la exclusión de los sistemas educativos en sus diferentes formas de manifestación; y la desigualdad frente a las oportunidades de inserción en este mundo globalizado; son factores que preocupan a los miembros del sistema educativo actual y consideramos necesario reflexionar acerca de ellos para poder contribuir a su desnaturalización desde la educación.
    En relación a las transformaciones que han sufrido las subjetividades de los hombres de ésta época podemos decir que la ausencia de paradigmas es otra consecuencia y/o característica de la globalización, es decir, la ausencia de proyectos. También se está  produciendo una anomia social, falta de normas internas y de construcción social sobre los valores. La comunicación se ha vuelto un fenómeno más individual, menos real, es decir, de característica virtual. Por lo tanto, surge la contradicción de que, estando en el apogeo de los medios de comunicación, de la era informatizada, en otro sentido prima la incomunicación y la despersonalización. Por otro lado, Los sujetos viven un presente continuo en la búsqueda de la satisfacción inmediata, con una tendencial ausencia del pasado histórico. Las pautas que regían las relaciones humanas han cambiado, se produce la ruptura con los vínculos intergeneracionales.  Por último, también cabe destacar que la globalización de la cultura significa una fuerte tendencia a la homogeneización, hecho que actuaría en detrimento de la misma, empobreciéndola, pues en la diversidad cultural radica su riqueza.
    La política educativa debe ser analizada en relación a las demás políticas sociales. Aunque se pretendiera implementar una política educativa democrática, tendiente a superar las injusticias que los sistemas reproducen, los resultados de dicha política se verían seriamente comprometidos si no fueran acompañados  por todas las otras políticas sociales relacionadas con salud, alimentación, vivienda, etc.
    La pobreza es un factor que incide notablemente sobre las posibilidades con que cuenta la educación para llevar a cabo de forma adecuada sus funciones. Cuando las políticas sociales son inadecuadas o insuficientes, la educación también resulta afectada.  El sistema educativo refleja el sistema social y todo cambio en el sistema educativo trasciende los límites de éste porque implica intencionalidad de cambios sociales.
    El sistema educativo también es afectado por otras políticas o ideologías del Estado imperante. En la actualidad, a consecuencia de ello, el sistema educativo de nuestro país sufre procesos de descentralización y desregulación.
    La descentralización, materializada a través de las políticas subsidiarias mediante la transferencia de escuelas, en primer término, primarias y posteriormente de educación media[1];  responde a los intereses dominantes de los grupos neoconservadores y sus razones económicas. Si la educación se somete a las reglas del mercado es lógico que cada estrato social logrará niveles y calidad de educación acordes a su capacidad económica. Así, la escuela discriminaría negativamente a los pobres. Sin la intervención reguladora del Estado tal situación tiende a reproducirse indefinidamente. Sólo el Estado puede operar en la distribución de recursos que compense esos desequilibrios sociales. El mercado jamás compensará estas desigualdades sino que las reproducirá, o peor aún, las agravará.
    La desregulación de las escuelas está vinculada estrechamente con la política de la subsidiariedad de las corrientes de pensamiento económico liberal o neoconservador que deja librado al mercado las prestaciones sociales que antes brindaba el Estado Benefactor. Si el Estado asume un papel subsidiario resulta congruente que dentro de esa lógica facilite la acción de los particulares, que suprima las regulaciones, que se abstenga de controlar.
    Por otro lado, las fuertes desigualdades de tipo socio-cultural no son atendidas adecuadamente por la escuela, que detrás de una ilusión de “igualdad de oportunidades”, esconde valoraciones de meritocracia y  de éxito basado exclusivamente en el esfuerzo personal que conducen al fracaso escolar, lo que resulta en otra forma de exclusión, de excluir incluyendo.
    Cabe destacar y reflexionar acerca de que un  sistema no es democrático por el simple hecho de asegurar la posibilidad del sufragio universal. Cuando la democracia pierde su interés igualitario se transforma en un mero mecanismo formal de constitución y organización del poder político. Un régimen democrático debe caracterizarse por el esfuerzo que realiza para superar la desigualdad de condiciones de los ciudadanos, para hacer efectiva una mayor igualdad de oportunidades, asegurando una distribución más equitativa de los recursos mediante una adecuada política fiscal y del gasto público. Un modelo político-económico que en vez de tender a superar las desigualdades, las ahonda, las profundiza, es antidemocrático.
    Las sociedades desarrolladas se enfrentan al reto de ser sociedades multiculturales y de hacer de ello una oportunidad de crecimiento colectivo y no una nueva ocasión de conflicto y exclusión. Es necesario que los diferentes grupos culturales, étnicos, laborales, de edad, etcétera, encuentren la manera de expresarse y de colaborar en una sociedad plural. El individualismo, la insolidaridad y la competencia son valores presentes en la escuela de hoy que no favorecen el desarrollo de la sociedad de nuestra época.
    Aunque estamos lejos de la tradición normalista, positivista, de mandato homogeneizador del sistema educativo argentino en sus orígenes, en el que por mucho tiempo se cumplió una labor de legitimar la marginación;  donde sólo podían asistir los chicos “normales”, es decir, que respondían a las medias físicas, psíquicas e intelectuales; donde primaban las distinciones de orden meritocrático; donde los la exclusión se extendía también a considerar la diversidad cultural en los mismos términos de la discapacidad; aún asi, hoy en día aún persisten muchas de éstas prácticas a consecuencias de su naturalización.
    Esto nos hace reflexionar acerca de lo implacable que es la selectividad de la mirada cotidiana y, por ende, del esfuerzo que implica la posibilidad de reconocer o percibir los acontecimientos que deben ser objeto de transformaciones, en nuestro caso, del sistema educativo. Lo cotidiano se naturaliza y se vuelve normal aunque no lo sea. Los docentes deberíamos mantenernos alertas para evitar este tipo de tendencias. La selectividad de la mirada también actúa movida por el sentido moral. Determinados acontecimientos se vuelven llamativos, chocantes o placenteros cuando entran en conflicto o van al encuentro de valores instituidos social y subjetivamente. Por ello, desde la escuela, podemos contribuir en la formación ética de los ciudadanos. Esta función importantísima de la escuela en la construcción de sentidos y significados que guían nuestra acción moral es la que abre las puertas a la posibilidad de transformar algunos aspectos de la sociedad, donde la diferencia sea un mecanismo de construcción de nuestra autonomía y nuestra libertad, no la excusa para profundizar las desigualdades sociales, económicas y políticas.
    Cuando caemos en la tendencia reproductiva de la escuela tradicional normalista, no hay posibilidad de cambio. Los docentes debemos encontrar los intersticios del sistema que nos permitan operar hacia el cambio, aprovechar las posibilidades de encuentro intergeneracional que ofrece la educación para influir en la formación de ciudadanos más conscientes y críticos de su realidad circundante.
    El mundo que hemos construido es extremadamente complejo. Para poder acercarnos a una mayor comprensión de la realidad debemos indagar acerca de los procesos históricos que son los cimientos sobre los que actualmente seguimos construyendo. Para ello es necesario considerar desde los más amplio e internacional, hasta llegar a lo nacional y luego a lo más local y cercano.
    Creo en la posibilidad de aspirar a un mundo cada vez mejor, y apuesto a la educación como uno de los medios para aportar mi grano de arena. Para cambiar algo primero hay que identificar lo que podría mejorarse, saber qué y luego saber cómo hacerlo. Para ello, es imprescindible un conocimiento profundo de nuestro sistema educativo y de los aspectos políticos, sociales y económicos que, como vimos, están estrechamente ligados, ya no sólo a nivel nacional pues vivimos en un mundo globalizado que compromete a todos los Estados-nación.
    Para aspirar a un futuro mejor es necesario ocuparse del presente y para ello es necesario remontarse al pasado pues los hechos históricos integran el tejido que constituye el presente, y ambos son la base sobre la que edificaremos el futuro.
    A pesar de vivir en un mundo globalizado, supuestamente cada vez más integrador, vemos que la realidad es diferente, que no todos los miembros de la sociedad tienen las mismas posibilidades ni las mismas oportunidades de acceso a los bienes culturales y/o a la participación. La sociedad actual está fragmentada; la pobreza, la desigualdad y la exclusión están naturalizadas en muchos ámbitos sociales, entre ellos la escuela. Desde el sistema educativo, como docentes, debemos reflexionar sobre las prácticas que acentúan la  desigualdad y la exclusión, contribuyendo de este modo a deslegitimizarlas a través, no sólo  de nuestras actitudes personales, sino también  desde nuestra participación en la formación de ciudadanos críticos y responsables sobre la construcción del futuro, con valores éticos que entren en conflicto con dichas prácticas.
María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/





[1]  La transferencia de las escuelas primarias y de adultos a las diversas jurisdicciones se inició en 1968, se revirtió en 1973 y se ejecutó a partir de 1978. Este proceso prosigue y se profundiza con la Ley por la que se transfieren a las jurisdicciones de las escuelas de educación media y culminará, tal vez en corto plazo,  con la transferencia de la totalidad de escuelas e institutos superiores.


1 comentario:

  1. Me encantó tu blog! Fijate si podés pedir antecedentes culturales, realmente lo vale! Congrats

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