A mi Musa, que escribe en mi alma y me regala el tintero de su corazón...
Si querés unirte a este blog y compartir lo que escribís, te estábamos esperando, comunicate al siguiente correo: ma.eugeniarojas15@gmail.com

sábado, 24 de septiembre de 2011

Para los que viven envueltos en la bandera de la queja...

Todos los días escucho que alguien cuenta los días que faltan para que llegue el viernes; que espera que las horas se pasen; que se queja de la vida, del trabajo, de la familia, de los problemas, de todo…
Yo también, muchas veces, hago lo mismo, miro la hora y espero… espero que se pase pronto… Y hasta, a veces, también me deshago en quejas ingratas, arrastrada por la fuerza arrolladora de tantos pesimistas…
Y veces siento, siento que así la vida se nos pasa, anhelando un futuro que no existe y desperdiciando un presente que es lo único que tenemos. ¿Quién sabe si llegará al viernes? ¿Cómo podemos dejar que el presente se nos escurra, siendo que este es lo único que realmente podemos afirmar que tenemos?
Somos una cultura que frecuentemente se regodea en la queja, en el lamento por lo que no tenemos o en la melancolía por lo que fue…
El presente se esfuma con pena y sin gloria; el pasado –siempre mejor- tal vez tampoco se disfrutó más que ese presente que sólo será bueno cuando ya no esté, y si bien el pasado es nuestro, muy nuestro, pues ya no es; y el futuro… el futuro se espera, pero se arruina con un presente vacío y un pasado que no tiene futuro…
¿No nos gusta todo lo que hacemos? ¿Nos disgusta el modo en que ocupamos nuestro tiempo, en que llenamos nuestros espacios? Tal vez sí, tal vez no… pero eso no es excusa… Porque muchas veces, hemos elegido todo eso que nos hace soltar tantas quejas, e incluso, lo volveríamos a hacer… Lo que ocurre es que perdemos de vista el horizonte, el sentido de lo que hacemos, ofuscados en pequeñeces que creemos gigantes y perdiendo de vista las verdaderas grandezas que nos saben a nada, opacadas por tanto quejido inútil…
Anquilosarse en un pasado, inmovilizarse en la espera de un futuro mejor, sólo nos hace atentar contra un presente para vivir, para disfrutar; y, con ello, dejar de construir lo que edifica un ahora lleno de gratificaciones y, así, incluso cerrar puertas a un posible mañana para cosechar esa siembra…
Lo que realmente tenemos es el presente, el aquí y ahora, este instante en que estamos vivos, en que respiramos y podemos sentir toda la maravilla que nos rodea… Y no valoramos eso… La vida entera se nos pasa así, llena de regalos prodigiosos que dejamos pasar y no podemos gozar porque siempre hay algo que falta, siempre hay algo que nunca estuvo, o siempre hay algo que se fue…
Así como tenemos la capacidad para la pena, para el dolor, para el llanto, para detectar motivos de queja; también tenemos múltiples capacidades para ser felices… Y no querrás desperdiciar tu potencial en todo aquello que es inútil, en todo aquello que hace daño… Y no se trata de no sentir, sentir es siempre bello, incluso el dolor puede vivirse con el placer de saber que si duele, es porque has sentido algo, es porque ha ocurrido el impagable milagro de que no has sido indiferente…
Problemas nunca faltaron, nunca faltan, nunca faltarán… Pero del mismo modo, las bendiciones tampoco… Las bendiciones están, sólo hay que querer verlas, y ponderarlas por encima de las sempiternas dificultades que, a diferencia de nuestro valioso tiempo para sonreír, no se van a ir, porque aunque algunas se diluyan, pues otras vendrán. La simple acción de permitirse disfrutar las bendiciones, las multiplica; y en realidad, no necesitamos nada más… En realidad,  no necesitamos que las cosas mejoren en sí mismas, sólo necesitamos desear que nada obnubile nuestra alegría, que nada nos haga sentir insatisfechos… La felicidad no está en algo externo, la felicidad está dentro nuestro, sólo hay que hacerle lugar…
María Eugenia Rojas
http://eu-hambruna.blogspot.com/

0 comentarios:

Publicar un comentario

Chat gratis