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domingo, 2 de octubre de 2011

La 125 (el intento que cambió todo)

Los argentinos nos encontramos en ese 2008 frente a una encrucijada, donde se presentaría un suceso revolucionario social; una revolución de estas épocas (distintas a la cubana o a la rusa); hecho que quedará, sin duda, en todos los libros de historia.

El Congreso Argentino fue la atención de todos. En la historia de la patria, se podría comparar con el atentado a Lisandro de la Torre en el ‘35 donde se trataba el análisis del pacto Roca-Runciman. En estas épocas faltó el matón del partido conservador, ¿pero realmente faltó?, ¿o de nuevo volvió a no tener éxito en su ataque mortal?

El parecido de estos hechos me resulta sorprendente, los mismos valores, los mismos pecados. ¿Quién podría olvidar esa noche, con la nueva versión paramilitar fascista, los “camisas negras” de nuestra realidad? Que saliendo de las regiones sajonas de esta capital, llegaron a ocupar nuestra plaza de los Dos Congresos, buscando la cabeza de algún votante Kirchnerista, siguiéndolos por bares y restaurants, queriendo mostrarles que su vida no era nada frente a sus intereses y a sus codicias.

¿Dónde se encontraban los “descamisados” frente al ataque de los “camisas negras”? ¿Cómo frente a un hecho de esta calidad, los hombres que deseaban una sociedad obrera igualitaria, no defendieron a los que llevaban ese deseo a destino? Esos hombres que necesitamos para combatir al capitalismo, nunca aparecieron. Todos aquellos que hablaban del obrero durante los ‘90 -y se les decía que hablar de obrero ya en esa época era una utopía, una utopía como fue su obrar frente a la lucha contra el capitalismo que criticaban- no buscaban derechos en esos obreros extintos ya en los ‘50, sólo buscaban sus derechos de dominio a través del poder, con un discurso casi romántico, pero sin lógica en sus obras. Hasta algunos marcharon juntos con los reyes de la hambruna para satisfacer su codicia personal y de nuevo cubrieron sus actos avaros con el nombre del obrero, ese obrero que, tras 3 décadas de neoliberalismo, resulta más fácil encontrar un Tiranosaurio Rex que a uno de ellos. Pero todo fue legítimo para satisfacer sus anhelos de poder. Sólo un grupo reducido fuimos los que teníamos la realidad tan clara y supimos que la derecha no podía volver a tener el Estado como patio trasero, por lo tanto la combatimos en Plaza de Mayo.

Quien podría olvidar al pobre hombre, De Angeli, diciendo: “Si perdemos mañana, continuamos con los cortes”, no aceptando la derrota y hablando de democracia. Pero lo más destacado de este hecho es que en nuestro país se separaron las aguas, por llamarlo de alguna manera, la gente dejó de estar con sus máscaras, porque la máscara se había caído para siempre, y ya no se podía volver a colocar. Fue la noche del antes y el después para todo el pueblo argentino; lo bueno de este destape social es que quedamos tan expuestos que nos llevaron al origen de nuestra existencia, y sólo quedó fascismo y anarquismo.

El fin, la mayor traición de la historia del país, palabra tan directa al camino del hambre para algunos, como el de la codicia para otros.

En mi postura, semi-atea, pienso que los únicos dioses van a ser las personas que narren nuestras historias en un futuro no muy lejano, ya que serán ellos los que le den vida a nuestros actos, y los juzguen. Pero como mi abuelo me decía, el mundo gira de la misma manera siempre, porque el hombre siempre es el mismo y cuando su ser se expresa no hay modernidad que lo pueda ocultar.

El fantasma de la B
http://eu-hambruna.blogspot.com/

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